Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Hace unos años mi esposa y yo viajamos a la Tierra Santa con varios pastores de la Conferencia Nacional de Líderes Hispanos Cristianos (NHCLC por sus siglas en inglés). Nos trataron amablemente como invitados especiales del Ministerio de Turismo de Israel. Además de visitar los lugares tradicionales de peregrinación, nos dieron acceso a algunos lugares fuera de la red.

Uno de los lugares más increíbles que visitamos fue Caesarea Marítima, la estación balnearia de Herodes en el Mediterráneo. En el paisaje se destaca el magnífico acueducto romano que data aproximadamente de la época de Jesús de Nazaret. El objetivo era llevar agua dulce varias millas a lo largo de la carretera desde el Monte Carmelo hasta Caesarea Marítima.

Fue emocionante caminar al lado de este antiguo canal artificial que ha resistido los duros asaltos del tiempo, de la naturaleza y de la humanidad. Más tarde, nuestro grupo fue al parque arqueológico de Jerusalén, cerca del Monte del Templo. “El Arco de Robinson” fue construido para ayudar a los peatones a cruzar una carretera pavimentada cerca del Monte del Templo.

El Señor Jesucristo, en uno de sus discursos más famosos, señala hacia el templo diciendo: “No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” (Mateo 24.2; Marcos 13.2). Esta profecía se cumplió cuando el general Tito saqueó a Jerusalén en el año 70 de nuestra era. En un acto final de arrogancia, el emperador Domiciano erigió el Arco de Tito en Roma, para conmemorar su victoria sobre Israel.

Hoy día, el templo de Herodes –junto con todas sus glorias pasadas– es poco más que un montón de piedras. Sin embargo, el Arco de Robinson permanece casi intacto. Aunque estas estructuras se construyeron por diferentes razones y con distintos materiales, comparten el mismo componente estructural básico –el Arco Romano. Aunque me siento triste por la destrucción de la Ciudad Santa, no puedo dejar de maravillarme del genio de la ingeniería romana.

Comencé a hacerme esta pregunta: ¿Cuál es el secreto del arco?

En un edificio típico, las paredes y puentes de apoyo están construidos de dos columnas perpendiculares conectadas en la parte superior por una viga horizontal llamada dintel. Como todas las cargas físicas son verticales, la carga de peso descansa directamente sobre el dintel. Mucho antes de los romanos, los arquitectos antiguos aprendieron que podían fortalecer sus estructuras reemplazando la viga horizontal por una que es una viga o arco ascendente. El beneficio de este diseño es que “las cargas inducen tanto el esfuerzo de flexión como el de compresión directa” (“Arch”, Enciclopedia Científica de Van Nostrand, pp. 316-317). En otras palabras, el trabajo de carga en un arco se comparte horizontal y verticalmente. Esto da lugar a uno de los dispositivos estructurales arquitectónicos más fuertes conocidos al mundo antiguo. De repente me di cuenta de que el arco romano es la ilustración ideal para una organización sana. Permítame explicarle.

Article continues below

En muchas de nuestras iglesias el pastor es la persona clave de la organización. Esto es análogo con la estructura tipo dintel. El pastor propone la visión y la congregación sostiene la programación contribuyendo en alcanzar los objetivos que se han propuesto. Esto puede ser de mucha satisfacción para los pastores que prosperan logrando una victoria tras otra.

En cambio, cuando surgen problemas, la mayor parte del peso descansa sobre los hombros del pastor. La mayoría de los pastores aguantan estas tormentas con éxito, pero incluso el pastor más fuerte puede ser sometido a una prueba que está más allá de sus fuerzas. Tristemente, vemos a algunos pastores que han claudicado y han dejado el ministerio.

En casos extremos, la incapacidad de hacer frente a una situación puede manifestarse como una forma de fracaso psicológico o moral. Todos hemos presenciado a muchas congregaciones que se desmoronan al tener divisiones y se disuelven eventualmente.

Ahora, tomemos una visión bíblica, y retrospectiva del liderazgo. ¿Recuerda lo que pasó cuando Moisés estaba siendo abrumado? Jetro, su suegro, le sugirió un sistema de gerentes para manejar los problemas menores (Éxodo 18:24).

Ahora vamos a avanzar rápidamente al tiempo después del exilio de Jerusalén. Después de que Nehemías reconstruyó la ciudad, Esdras se puso a leer del Libro de la Ley de Moisés delante de su congregación. Pero antes de que él presidiera, sabiamente formó un grupo de líderes con varios representantes del pueblo. Como una salvaguardia adicional contra ser mal interpretado, él empleó un equipo de levitas para explicar su mensaje (Nehemías 8). ¿Ve usted un patrón aquí?

Article continues below

Tanto Moisés como Esdras utilizaron a miembros laicos para fortalecer su ministerio compartiendo la carga. Nosotros también podemos usar el principio del arco de la misma manera. Los laicos son invitados a formar parte del liderazgo pastoral. El lado ascendente del "arco" representa el liderazgo laico compartiendo la responsabilidad de la traducción y la implementación de la visión que tengamos a una realidad posible. Ellos comparten tanto en los éxitos como en los fracasos.

El siguiente punto es vital para el éxito de este modelo. La pieza central que une ambos lados a la cima se llama la piedra angular.

A diferencia de las otras partes del arco continuo, esta no es cuadrada. Es un trapezoide invertido, o sea una figura de cuatro lados con un lado corto en la parte inferior. Por sí sola, no llama mucho la atención. Sin embargo, cuando se monta correctamente en el arco, se transforma en un poderoso mecanismo que asegura la estructura. Este es el secreto del arco.

Ahora, apliquemos el principio del arco al liderazgo. El pastor es la piedra angular que unifica la organización, mientras que los laicos proveen apoyo al pastor. El liderazgo laico comparte el peso vertical normativo del ministerio y lo protege de posibles ataques inesperados. Ambos lados de la columna desde su nivel superior hasta la base hacen su parte para mantener la estabilidad y la continuidad de la visión y la misión. No hay una garantía de que las iglesias que usen el “principio o sistema del arco” nunca fallen. Sin embargo, las ventajas que se consiguen por incluir a los laicos en el ministerio pastoral nos deben dar pausa.

¿Qué clase de estructura organizacional representa mejor a su congregación? ¿Está su pastor llevando la carga más pesada del ministerio? ¿O están los laicos compartiendo la responsabilidad? Recuerde el secreto del Arco.

El Dr. Daniel F. Flores es un ministro ordenado, presbítero, de la Iglesia Metodista Unida nombrado para el ministerio educativo en Tarrant County College en Fort-Worth, Texas. Con frecuencia imparte cursos teológicos para Pastores en el Caribe y las Américas.

[ This article is also available in English. See all of our Spanish (español) coverage. ]

Tags:
Posted: