Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional del Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Cuando pensamos en lo fundamental de lo que un niño necesita para tener una vida exitosa y floreciente, vemos una interrelación entre su espiritualidad, su educación, y su desarrollo físico y emocional. Tenemos que pensar comprensivamente en cómo mostramos el amor a nuestros hijos por medio del lenguaje, el trato, y la nutrición para que tengan lo básico para ser exitosos en la escuela, en la iglesia y en el parque infantil.

Esto empieza desde el principio. Aun antes de nacer.

En los primeros 1,000 días de la vida—desde la concepción hasta los 2 años de edad—la nutrición es crítica para la madre y el bebé. En algunas naciones en desarrollo, las madres crónicamente desnutridas que no tienen acceso a buena nutrición pueden dar a luz a niños que pueden sufrir de retraso en el crecimiento. Para los más de 20 por ciento de niños que sufren de retraso en crecimiento, esta condición irreversible puede llevarlos a trastornos del desarrollo cerebral, a un cociente de inteligencia baja, sistema inmunológico debilitado y alto riesgo de enfermedades como diabetes y cáncer. Por lo tanto, desde el primer día, las mamás necesitan ser educadas sobre la necesidad de una dieta balanceada, fortificada con hierro, ácido fólico y proteína, si es posible. Esto puede romper el ciclo, y en muchos casos, puede proveer un fundamento fuerte para una oportunidad de una vida mejor.

En los Estados Unidos, los primeros 1,000 días son importantes también.

Educar a las mujeres en los Estados Unidos sobre la nutrición apropiada y un cuidado prenatal es crítico para un fundamento fuerte para la salud de sus niños también. Aunque raramente vemos extrema pobreza y retraso en crecimiento aquí en los Estados Unidos, como se ve en otras partes del mundo, más del 25 porciento de bebés viven en familias que enfrentan pobreza.

Esta pobreza los encamina hacia desafíos como la inseguridad alimenticia, dietas no saludables, obesidad y bajos niveles de lactancia materna. Necesitamos más educación y recursos para mamás y familias para mejorar la nutrición y un cuidado apropiado para bebés en los primeros años. Cuando hacemos esto, apoyamos a los niños y los preparamos para su jornada educativa y para el éxito en el salón de clase.

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Los psicólogos cognitivos y los economistas ahora también están de acuerdo que los primeros 1,000 días son críticos para el desarrollo de la mente tanto como para el cuerpo. Se calcula que niños que viven en pobreza escuchan 30 millones menos de palabras para la edad de 4 años que los hijos de personas profesionales. Exponer a los niños a un vocabulario es una clave vaticinadora del éxito en su vida, de evitar ser arrestado, de graduarse de la escuela secundaria, de obtener trabajo y de no depender de programas sociales.

Bajo un fundamento de diálogo, orientación de nutrición y acceso a recursos, tanto aquí como alrededor del mundo, niños y familias tienen la oportunidad de prosperar—física, emocional, y cognitivamente. Esto es vital mientras el niño entra a un ambiente pre-escolar y la escuela primaria.

¿Como podemos nosotros como padres, abogar por los niños, apoyar el acceso a la nutrición y comida saludable para llevar a los estudiantes hacia el éxito, especialmente entre estudiantes pobres y minorías?

Primero, podemos educarnos a nosotros mismos, a nuestros amigos y a nuestras familias sobre la importancia crítica de los primeros 1,000 días en la vida de un niño. Las mujeres necesitan acceso inmediato a cuidado de alta calidad antes de estar embarazada y cuidado prenatal que incluye orientación de nutrición. La mitad de las mujeres en los Estados Unidos aumentan demasiado peso durante su embarazo y necesitan entender cómo combatir este exceso para que después de dar a luz, puedan perder su sobrepeso.

Con mis dos hijos, aumenté entre 65-70 libras; también caí víctima a esto. Durante mi primer embarazo, fui diagnosticada con diabetes gestacional debido a la mala nutrición. Sí tuve un buen cuidado prenatal que incluyó orientación sobre la nutrición así que aprendí cómo incorporar la proteína con carbohidrato para que mis niveles de azúcar bajarán. También tuve que aprender a limitar mi uso de azúcar directa, como el dulce, de mi dieta.

Ya que nace el bebé, se debe aconsejar lactancia materna exclusiva por los primeros 6 meses—en casa, entre amigos, en nuestra comunidad y en nuestro lugar de empleo. Este fundamento de buena nutrición da un buen apoyo para una inmunidad por años venideros.

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Otras claves para un principio sólido son introducir las comidas correctas al tiempo correcto, tener acceso a comida saludable y económica; limitar el azúcar en la comida y en las bebidas a bebés y niños pequeños.

Segundo, más allá de proveer conocimiento podemos abogar. Podemos llamar o escribir a los gobernantes electos y dejarles saber que nos importa el cuidado materno y de niños, en los Estados Unidos y alrededor del mundo. Podemos darles permiso para hacer lo correcto y aumentar el presupuesto para mujeres y niños en naciones necesitadas para una nutrición adecuada y cuidado de salud.

Y en los Estados Unidos, los oficiales gubernamentales pueden fortalecer programas de nutrición que existen para familias de bajos recursos con niños, para asegurar que tienen comida saludable y accesible para las familias que enfrentan pobreza. También pueden proveer acceso universal para un buen cuidado prenatal y prevención de obesidad para toda mujer embarazada.

Juntos podemos hacer una diferencia y promover la nutrición en los primeros 1000 días de vida—empezando con la concepción—y animar una estimulación emocional e intelectual a través de conversaciones con bebés empezando desde el nacimiento. Con este fundamento, los niños tendrán una oportunidad de ser exitosos en el futuro.

Jenny Eaton Dyer, Ph.D. es la Directora Ejecutiva de Hope Through Healing Hands, una organización de salud global comprometida a mejorar la calidad de vida de comunidades alrededor del mundo usando la salud como el camino hacia la paz. Como tal, ella dirige la Coalición para Madres y Niños Saludables alrededor del Mundo con el apoyo de la Fundación Bill & Melinda Gates.

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