Meses antes de que se encontrara con los refugiados, Aleksandar Subotin tuvo un sueño.

El pastor romaní de 31 años de edad vio a un gran grupo de gente caminar en la estación de ferrocarril. Él jamás los había visto, pero sabía que estaba allí para ayudarlos. Recordó este sueño cuando trajo los primeros 500 paquetes de alimentos a un campo de procesamiento de refugiados en Kanjiza, Serbia, el otoño pasado.

“Después empecé a orar para que Dios abriera la puerta para que pudiéramos trabajar con ellos,” dijo Subotin, que dirige a dos iglesias romaníes y a 15 grupos de hogar en el noroeste de Serbia.

Al igual que muchos cristianos romaníes a lo largo del “camino de refugiados” en la Europa oriental—que se extiende desde Grecia hasta Croacia—Subotin se siente conmovido por las familias que huyen de Siria, Irak, y otras naciones con problemas.

Su empatía proviene por pertenecer a un grupo estigmatizado en Europa por generaciones como “gitanos.” El día de hoy, Europa tiene como 11 millones de Romaníes, un conjunto de grupos étnicos relacionados que componen uno de los grupos más grandes sin nación propia, al igual como la sede de un avivamiento cristiano masivo [vea “God Among the Roma,” mayo 2013].

Más que muchos otros cristianos europeos, los creyentes romaníes—la mayoría de ellos pentecostales—comprenden lo que es el traslado forzoso y la pobreza.

Los relatos de la expulsión y persecución de los romaníes datan desde el siglo 16. Más recientemente, decenas de miles de romaníes fueron desplazados durante guerras en las antiguas Yugoslavia y Kosovo en la década de los 90. Después, muchos romaníes fueron excluidos de recibir ayuda humanitaria y también les negaron pasaportes estatales; la falta de documentación hizo que el reasentamiento se hiciera particularmente complicado. Hoy día, la mayoría de las comunidades romaníes en Europa oriental tienen más altos niveles de desempleo, analfabetismo, y pobreza que sus vecinos que nos son romaníes.

Por lo tanto, los cristianos romaníes también entienden la atracción del occidente. Como los refugiados presentes, muchos romaníes aspiran a viajar a la “tierra prometida” de Alemania, como también a otros lugares en Europa occidental. Ellos buscan trabajo temporal, beneficios sociales, y asilo político (aunque los pastores romaníes disuaden a sus congregaciones de solicitar las últimas dos).

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Debido a su historia, los romaníes “miran esta situación como algo que les podría suceder a ellos,” dijo Sokrat Apostolovski, un pastor en Macedonia. Él ha visto a 11 familias de su congregación romaní emigrar a Alemania.

“A través de los años, los romaníes han sido refugiados muchas veces, lo cual cambió su perspectiva,” dijo Radko Kratsov, líder romaní de Youth With A Mission (YWAM) en Bulgaria, que redujo su flujo de refugiados ilegales por la mitad después de haber construido una cerca fronteriza con Turquía el año pasado. Y aunque Kratsov afirma que una mentalidad de víctima muy a menudo forma la identidad romaní, él y otras personas cada vez más creen que “Dios nos creó para ser de bendición a las naciones.”

Y a pesar de los estereotipos culturales que perduran en Europa oriental—que los romaníes son parásitos, deshonestos, o indefensamente pobres—la crisis presente de refugiados ofrece una oportunidad para que los pobres sirvan a los impotentes.

“Los romaníes a menudo oran por los refugiados. Y los que sirvieron a los refugiados se sintieron muy bendecidos, ya que era la primera vez que ellos servían en vez de buscar recibir,” dijo John Papadopouls, pastor de una iglesia romaní fuera de Thessaloniki, segunda ciudad más grande de Grecia. “Creemos que esta nueva actitud es un hito, y una nueva era para los romaníes.”

Debido a la pobreza de su gente en Serbia, Subotin no estaba seguro de cómo su congregación reaccionaría a su sueño. Pero su reacción fue unánime: “Vaya, lléveles ayuda. No estamos celosos. Ellos necesitan ayuda más que nosotros porque nosotros tenemos pan, agua, y techo.”

Subotin colaboró con Help Eastern Europe, una organización no gobernamental (ONG) de la iglesia Holandesa Reformada que se enfoca en los romaníes. El grupo envió ropa, dinero, y a otros voluntarios, permitiendo a Subotin y a sus iglesias romaníes servir como a 10,000 refugiados el pasado otoño.

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La mayoría de los congregantes de Subotin que se ofrecieron para ayudar eran viudas. “Ellas me dijeron que algo les estaba conmoviendo el corazón, y que el Señor cuida de ellas como viudas,” dijo él. “De esta manera quieren decir, ‘Gracias, Señor, que podemos hacer algo por ti.’”

Sin embargo, todavía puede ser difícil convertir la empatía en acción.

“Los romaníes en Macedonia quieren ayudar en las distintas actividades para los refugiados,” dijo Apostolovski. “Pero ellos mismos no tienen los recursos económicos básicos. Y hasta ahora, nadie [en el Occidente] ha expresado el deseo de enviar ayuda a través de la iglesia romaní en Macedonia.”

Por consiguiente, a falta de recursos, la oración es el mejor medio para las misiones romaníes.

En el este de Croacia, los copastores romaníes Biljana y Deno Nikolic oraron por la oportunidad de servir a los miles de refugiados que pasaban a través de Serbia y Hungría. A los pocos días de que se cerrara la frontera de Hungría, desviando a los refugiados a Croacia, ellos se conectaron con Samaritan’s Purse y con Médicos Sin Fronteras. Ahora, trabajan seis días a la semana en un campo de refugiados en la ciudad croata de Slavonski Brod. Los domingos, ellos comparten las experiencias de la semana con su congregación, que se maravillan de las historias y oran fervientemente.

El ayudar a los refugiados es sólo un aspecto en el emergente tapiz de la misión romaní en Europa. El movimiento, en parte es avivado por el liderazgo visionario romaní en lugares como Serbia, donde un movimiento eclesiástico planta iglesias y capacita a líderes jóvenes. Otras organizaciones—como la Gypsy Smith School en Bucarest, Rumanía, y el Gypsy and Traveller International Evangelical Fellowship—se enfocan en capacitar y equipar a los romaníes para servir a su propio pueblo.

Otro catalítico es el Great Commission Center International, una organización china de misiones cuyo líder Thomas Wang sintió una “deuda del evangelio” a los romaníes [vea “Hecho en China,” p. 20]. En el 2014, esta organización patrocinó una conferencia en Budapest para más de cien líderes romaníes y 30 misioneros occidentales.

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De esto emergió Roma Networks. Dirigido por tres romaníes y otros tres que no lo son, el grupo busca “establecer buenos contactos, conectar, e investigar por el bien de la transformación y la reconciliación en las comunidades romaníes a través de Europa.” Una segunda conferencia para toda Europa está planificada para el 2016.

Uno de los seis líderes de la red, Miki Kamberovic, reconoce que hay mucho trabajo por hacer. “Hay una falta de unidad, y es difícil encontrar los líderes claves del país que pueden movilizar a las iglesias para que trabajen hacia la misma meta,” dijo el pastor romaní de 35 años de edad de Jagodina, Serbia. “Pero espero que Dios utilice a esta red para alcanzar a muchos romaníes en Europa para poder crear una ambiente de avivamiento—no tan sólo para los romaníes, sino también para todas las naciones en Europa.”

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