Este artículo fue publicado en colaboración con la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC, por sus siglas en inglés).

Cuando el Centro de Investigaciones Pew publicó los resultados de una reciente encuesta, algunos se sorprendieron que la inmigración no fue el tema de mayor importancia para los hispanos en los Estados Unidos. ¿Qué fue lo que latinos consideraron una prioridad para la nueva administración y el Congreso? Era el mejoramiento de nuestro sistema educativo. Los adultos hispanos desean escuelas excelentes en sus vecindarios que ofrezcan a todo estudiante acceso a una educación de calidad. La cultura latina se enfoca en la fe y la familia, por lo tanto, nada es más importante para nosotros que asegurarnos que la próxima generación tenga una buena educación y la oportunidad para ser exitoso.

Desafortunadamente, tenemos mucho trabajo por delante antes que cada niño se gradué de la escuela secundaria con las herramientas necesarias para tener éxito en la universidad o en una carrera. Los estándares bajos han afectado a las familias minoritarias y de bajos ingresos. Tenemos que terminar con esta inequidad si vamos honrar el imago dei (la imagen de Dios) en cada estudiante. Nuestra fe cristiana nos impulsa a equipar y apoyar a todo joven si es que van a lograr el potencial que Dios les ha dado. También es de gran interés para los Estados Unidos que prepare bien a una comunidad creciente hispana que pronto será el grupo mayor en número.

Mi propia niñez es ejemplo de cómo los estándares educativos varían para estudiantes de color. Crecí asistiendo a las escuelas públicas de Pensilvania, un estudiante listo para aprender con una habilidad particular en la ciencia y las matemáticas. Sin embargo, mientras que se esperaba que los estudiantes con mayor ingreso familiar que no eran hispanos fueran exitosos y asistieran a la universidad, esas expectativas altas no se aplicaban para mí o para mis amigos. Vivíamos en una vecindad con desafíos, los estándares educativos correspondían con nuestro código postal.

Aunque, fui identificado para el programa de estudiantes brillantes y tomaba clases de honor, nunca se me olvidara como la consejera académica explicó que jóvenes “como yo” van a escuelas vocacionales o técnicas. Eso fue, sin duda, discriminación. Mis opciones para el futuro se veían limitadas delante de sus ojos y me lo comunico claramente, “¿quieres enfocarte en electricidad o en mecánico de autos?” Nadie en mi escuela esperaba que yo fuera a la universidad, mucho menos que llegara a ser el líder de la organización más grande de cristianos hispanos. Has oído del techo de cristal sobre la brecha que existe sobre la diferencia en los salarios, pues también hay un techo hispano sobre la brecha que existe en la educación. Nuestros hijos merecen más.

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Gracias a Dios, mis padres poseían gran fortaleza spiritual y sabiduría. Aunque no fueron educados formalmente en una universidad, me ayudaron canalizar el racismo que experimenté a una determinación para comprobar que la consejera académica estaba equivocada. Aunque era el menor de la familia, fui el primero en graduarme de la universidad. Regresé a esa misma escuela preparatoria como maestro y me aseguré que trataba a mis estudiantes de una manera diferente de cómo me trataron a mí. El éxito que tuvieron estos estudiantes comprobó que todo estudiante puede ser exitoso –si se les da el apoyo necesario y si se mantienen unas expectavivas altas.

Décadas han pasado desde mi experiencia con la escuela pública pero muchos estudiantes de minorías, especialmente los pobres e inmigrantes, tienen aún más bajos estándares. Los estudiantes hispanos de preparatoria se están graduando a una tasa de más de 10 por ciento más bajo que sus pares blancos –y para aquellos que se gradúan a veces encuentran en sus diplomas una promesa vacía. A demasiados estudiantes se les dice que estaban en camino, sólo para descubrir que no están preparados para hacer el trabajo a nivel universitario. Esta es una razón por la cual los estudiantes hispanos son más propensos que sus compañeros a requerir cursos de nivelización en su primer año de universidad.

Podemos hacer algo mejor para esta generación. Invito a todos los hispanos cristianos a considerar como pueden apoyar a los estudiantes en sus hogares y comunidades. Aquí les comparto tres sugerencias prácticas:

  1. Comparta una visión para el éxito académico. Puede ayudarle a su hijos e hijas a prepararse para estándares más altos y para los exámenes. Hable de la importancia de hacer el mejor trabajo que puedan en su clase todos los días. Cree un lugar y un espacio para hacer la tarea. Asista a las conferencias de los padres con los maestros y los eventos escolares. Puede visitar LearningHeroes.org para encontrar recursos que ayudan a los estudiantes a prepararse para los exámenes de fin de año y mucho más.
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  1. Comparta una visión para la vida después de la graduación de la secundaria. Hable con sus hijos y nietos sobre asistir a la universidad. Llévelos a los planteles de universidades y anímalos a tomar clases de crédito universitario mientras cursan la preparatoria. Hay más información disponible en la Christian College Guide en español producido por Cristianismo Hoy y el NHCLC.
  1. Únase a la Coalición de Fe y Educación y asiste a la conferencia anual de NHCLC (Mayo 16-17, 2017). Nuestra conferencia anual conecta a líderes de la iglesia y miembros del personal de la Coalición de Fe y Educación. Además, le vamos a informar sobre recursos como becas universitarias que se ofrecen a familias y estudiantes hispanos.

Los líderes futuros de nuestra nación están creciendo a través de esta nación, en todo código postal, con piel de todo tono de color y cada uno tiene que mantener expectativas altas para que puedan florecer y liderar. Los Estados Unidos siempre ha sido un lugar de oportunidad. Los hispano americanos tenemos que asegurarnos que nuestros hijos e hijas no sean excluidos.

El Rev. Samuel Rodriguez es presidente del National Hispanic Christian Leadership Conference.

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