¿Qué significa tener esperanza en tiempos difíciles? La esperanza es más que un sentimiento. No se trata simplemente de ser perpetuamente optimista o de tener una actitud «esperanzada». Las Escrituras nos ofrecen una comprensión de la esperanza que es mucho más robusta. La esperanza cristiana tiene peso, resistencia y propósito, y Dios es su fuente.

Dios, «por su gran misericordia. . . nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva» (1 Pedro 1:3). Y es nuestro «Dios de la esperanza» quien nos llena de alegría y paz para rebosar «de esperanza por el poder del Espíritu Santo» (Romanos 15:13). Esta realidad no es cierta solo en los buenos tiempos; de hecho, es en tiempos oscuros y difíciles cuando la esperanza realmente muestra su temple.

Como escribe Jay Y. Kim en «La esperanza es un salto lleno de expectativa»,

Este es el rostro de la esperanza cristiana. No ignora el miedo, la ansiedad o la duda: los enfrenta. Se mantiene firme, aferrada a la paz en medio del caos. A través de las muchas tormentas traicioneras de la vida… la esperanza cristiana se ve impulsada por algo más grande que ya ha sucedido y algo más grande que va a suceder nuevamente.

El proyecto de Adviento 2020 de CT explora el tema de la esperanza, el cual se entrelaza a través de la historia bíblica. En estas reflexiones devocionales diarias, reflexionamos sobre la esperanza del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento mientras confiaban plenamente en Dios en medio de las dificultades y circunstancias adversas [primera semana]. Observamos profecías y promesas de esperanza que apuntaban hacia el Primer Adviento: la venida del Mesías [segunda semana]. Contemplamos el milagro de la esperanza abriéndose paso en la Encarnación, cuando «el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros» como un bebé humano, envuelto en pañales y acostado en un pesebre (Juan 1:14; Lucas 2:12). También reflexionamos sobre nuestra esperanza en la futura venida de Cristo, el Segundo Adviento que esperamos, que nos brinda perseverancia, confianza y gozo en nuestra vida diaria, sin importar las dificultades que enfrentemos [tercera semana y cuarta semana].

Esta es nuestra «esperanza viva» o, como dice la Nueva Traducción Viviente, nuestra «gran expectación». Nuestra esperanza está animada porque tenemos la firme expectativa de que el niño que nació volverá un día en gloria para corregir todo lo malo, y su reino no tendrá fin.

Kelli B. Trujillo, Editora

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