Con un café cubano y una buena comida, el profesor de teología Benjamin Wayman discutió con Justo González en su casa en Decatur, Georgia, acerca de los últimos avances en educación teológica, particularmente entre pastores latinos. Reconociendo las fallas pasadas y presentes de la educación teológica en el Atlántico Norte, González identificó caminos prometedores para alcanzar a más pastores a nivel demográfico y global.

¿Podría describir la naturaleza de su trabajo para la iglesia aquí en Decatur, Georgia, así como en el extranjero?

Me considero, ante todo, pastor, si bien es cierto que no pastoreo una iglesia. Intento escribir como pastor, sirviendo tanto a la iglesia como a otros pastores. Dejé de enseñar a tiempo completo en 1977 (labor que llevé a cabo durante dieciséis años). Mi ocupación principal desde entonces ha sido doble: una ha sido escribir; la otra, tratar de crear agencias y sistemas para apoyar la educación teológica de hispanos y latinos.

¿Cuál es el enfoque principal de la Iniciativa Teológica Hispana? [Hispanic Theological Initiative, HTI por sus siglas en inglés]

La HTI se ocupa principalmente de producir personas que sean capaces de enseñar y estudiar al más alto nivel de educación teológica (doctorados o títulos similares). Ha tenido un gran éxito. Cuando fui a las conferencias de la Academia Estadounidense de Religión (American Academy of Religion) allá por la década de 1970 y principios de la década de 1980, era un gran placer encontrarme con amigos a quienes no veía con frecuencia. Éramos apenas unos cuantos. Cuando renuncié a la docencia, era el único latino miembro del profesorado en un seminario protestante del país. Cuando voy ahora, me da alegría ver a tanta gente que no conozco, latinos que no conozco, principalmente resultado de la HTI. La HTI ha tenido un gran impacto.

Todavía queda mucho por hacer. Me parece que las estadísticas muestran que aproximadamente el 4% del profesorado de los seminarios en los Estados Unidos, incluido Puerto Rico, son latinos y latinas. Ahora, la población latina en el país representa entre el 16 y el 17 %, de modo que la representación es casi una cuarta parte de lo que debería ser. Es probable que el cristianismo sea más importante en la identidad de los latinos y, por eso, ese porcentaje debería ser mayor, pero el objetivo podría ser el 16 %. Por tanto, la HTI es muy importante.

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¿Cómo ha influido su vocación de escritor en su trabajo?

La mayoría de las cosas que escribo están dirigidas a los miembros de las iglesias, o a los líderes de las iglesias, pero no a mis pares. A veces me he quedado sorprendido por algunas de las cosas que hice. Hace unos años, un misionero retirado de la Iglesia Metodista Unida fue a Perú y preguntó: ¿Qué es lo que realmente necesitan aquí? Curiosamente, alguien le dijo: «Necesitamos las obras de Wesley en español». Lo que me sorprendió es que creí que estas obras serían adquiridas por algunas bibliotecas y seminarios, por lo que pensé que no comprarían más que unos cientos de copias, sin embargo, la primera edición se agotó en unos meses. Es una señal de la sed de la gente. Wesley no es fácil de leer, pero de alguna manera la gente quería este tipo de material.

El libro mío que más se ha vendido se titula en inglés The Story of Christianity [Historia del cristianismo]. Lo escribí originalmente en español en diez pequeños libros. Mi objetivo era el siguiente: Hay muchos pastores y líderes en América Latina que no tienen que leer la historia de la iglesia, pero que deberían saber algo de la misma, y que no van a leer ningún gran libro ni algo que alguien más les diga: «Tiene que leer esto». Por eso quise escribir una historia para ellos, para que comiencen a leer y se interesen. ¡Y la gente lo lee!

Su Historia del cristianismo es excelente, y también hace historia desde los márgenes, desde «arriba y abajo», como usted dice.

Lo que quería hacer, en parte, era unir la historia del cristianismo mundial: esa es la historia del cristianismo. No es la historia de lo que pasó en Europa. Tuve varias intenciones al escribir ese libro para América Latina. Una fue la que usted acaba de mencionar: escribir desde los márgenes. Un evangelio que invita al cambio, que llama a la acción en la sociedad, etc. También tuve una intención ecuménica: quería que todos estos pastores protestantes admiraran y aprendieran sobre los mártires, sobre Agustín, sobre Crisóstomo y sobre las cosas malas también, sobre toda su herencia. Básicamente, lo que he intentado es hacer todas estas cosas accesibles a todo público sin simplificarlas demasiado.

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¿Qué opina de los desafíos actuales que enfrenta la educación teológica en los Estados Unidos?

Hay una gran crisis en varios seminarios acreditados por la Asociación de Escuelas Teológicas. Suelen pensar que la crisis es financiera, pero yo no lo creo. Especialmente en los seminarios denominacionales, creo que la crisis es demográfica. Lo que está sucediendo es que las iglesias que tradicionalmente han requerido estudios de seminario como requisito para la ordenación no están creciendo. La única iglesia de ese tipo que está creciendo es la iglesia católica, y eso no tiene nada que ver con los procesos educativos: tiene que ver con la inmigración. Pero, demográficamente, las iglesias protestantes históricas en este país no están creciendo. Tenemos todas estas instituciones que se construyeron en la década de 1950, las cuales crecieron durante algún tiempo, mientras que ahora compiten entre sí. Eso es una crisis.

Están intentando hacer algunas cosas para abordar el problema demográfico. Tienen programas hispanos y coreanos, y algunos tienen estudios afroamericanos. Obviamente, tenemos un par de seminarios muy importantes que son mayoritariamente afroamericanos pero, en términos generales, los seminarios que pertenecen a las denominaciones tradicionales blancas están encontrando formas de subsistir y explorando nuevas formas de servir a una población que ya no es de su denominación e, incluso, reduciendo enormemente sus servicios y clases.

El problema que veo en todo esto es que la mayoría de los seminarios lo están haciendo de modo barato. Están juntando a estos estudiantes [que tienen décadas de experiencia pastoral] con estudiantes de posgrado en Divinidad, cuyo entorno o lugar en la vida es muy diferente. Esa es la próxima crisis que veo venir para los seminarios que siguen ese patrón.

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Usted ha escrito que muy pocas universidades y seminarios cristianos tradicionales incorporan latinos en sus comunidades educativas. ¿Por qué lo cree?

Eso está empezando a cambiar. En los últimos tres o cuatro años, la matrícula de latinos en las universidades se ha disparado en porcentaje. Todavía es muy pequeño pero, en comparación con lo que era años antes, hay una gran diferencia.

Por diversas razones, la gran mayoría de latinos en el país no cuentan con los requisitos académicos precisos que exigen los colegios universitarios, las universidades y los seminarios. En primer lugar, una licenciatura es un proyecto muy caro. En segundo lugar, si en los Estados Unidos uno proviene de una familia latina y obtiene una licenciatura, es muy probable que sea el primero en la familia que alcanza este logro. Y es muy probable que muchas personas hayan tenido que hacer grandes sacrificios [en el proceso]. En ese momento, uno no puede decirle [a su familia]: «Bueno, ustedes hicieron grandes sacrificios, pero ahora iré al seminario por tres años más, luego seré pastor y obtendré tal salario, [así que] no podré ayudar a mi hermana para que vaya a la universidad». Existe una cierta obligación [familiar], pero los seminarios no quieren adaptarse a ese tipo de situaciones y, muy a menudo, tampoco pueden.

Queremos dar la oportunidad de estudiar en el seminario a personas que, por diversas razones, no pueden obtener una licenciatura. No la tienen y no la pueden obtener. La iglesia necesita pastores capacitados, y la mejor manera de capacitar a estos pastores es abrirles esta oportunidad.

¿Qué papel juega el elitismo en estas instituciones al rechazar el beneficio de tener estudiantes latinos?

Esto lo ve uno principalmente en las áreas de admisión y reclutamiento. Cuando los seminarios reclutan estudiantes para el seminario, acuden a los colegios universitarios. A los latinos hay que reclutarlos en las iglesias: allí es donde está la gente. Y uno tiene que poder trabajar con sus problemas: «Yo trabajo, tengo un empleo y no puedo mudarme».

Obviamente, está la pregunta de qué tenemos (los seminarios) para ofrecer. En otras palabras, uno trae estudiantes latinos, pero no hay profesores latinos. La otra cara de esta situación es que si hay un profesor latino, entonces cualquier tema que tenga que ver con los latinos termina en su escritorio. Yo mismo he tenido esa experiencia. Cualquier minoría, en mi caso, que tuviera cualquier pregunta, terminaba en mi escritorio y yo tenía que involucrarme. Sobre todo porque uno goza de mayor credibilidad con personas que se sienten disminuidas, excluidas o tratadas injustamente. Y también porque si se tiene que tomar una acción dura, y uno lo hace, no pueden decir que hubo racismo. Pero un profesor en esta situación no tiene tiempo para hacer lo que otros profesores necesitan hacer en la escuela.

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¿Cuál es la condición actual de la educación teológica?

La iglesia está haciendo más en otros países que lo que está haciendo aquí en los Estados Unidos. En Europa, incluso menos. Sin embargo, muchos de los recursos académicos y educativos todavía están en el Atlántico Norte: las grandes bibliotecas, las grandes editoriales, las grandes redes de comunicación. Todo eso está todavía principalmente en el Atlántico Norte. Si alguien es del Congo y ha completado toda la educación teológica disponible allí y realmente quiere aprender más, debe ir a Europa o los Estados Unidos. Esto empieza a cambiar, pero todavía sería necesario hacer eso. Y todavía hay una forma en la que eso tiene cierto sentido, pero la pregunta es, ¿cómo afectará esa asimetría a cada uno de los dos lados? ¿Qué sucede cuando Yale, Harvard, etc., tienen buenas bibliotecas pero no tienen estudiantes?

¿Tiene algún comentario final sobre la educación teológica desde la perspectiva de un profesor de la iglesia?

Creo que la educación teológica se está volviendo menos estándar. Están abiertas toda clase de opciones, y eso es aterrador, peligroso y maravilloso. Solía ​​suceder que todos los seminarios tenían programas de tres años, todos venían después de la licenciatura, y además uno tenía que hacer todas las cosas para entrar. Ahora aparecen todo tipo de opciones diversas en todas partes. Digo aterrador porque algunas de las cosas que encuentro en internet son espantosas, y la gente puede tomar cursos horribles. Pero también es tremendo. Creo que, de alguna manera, lo que está sucediendo es similar a lo que sucedió en Europa en torno a la Reforma. ¡Se acaba de inventar una máquina que puede producir miles de libros! Ahora la gente puede tener libros, y puede leerlos por su cuenta, y ya no se les puede controlar. También se publicó mucha basura; cuanto más barata se volvía la imprenta, más basura se publicaba. Bueno, lo mismo está pasando con internet. ¿Y cómo reaccionamos? No se puede reprimir. No se puede hacer una lista de libros prohibidos. La única opción que tenemos es ofrecer un mejor uso de internet. Tener la posibilidad de desarrollar una educación teológica a distancia, seria, aceptada y reconocida, y al mismo tiempo creativa, amena y aplicable es verdaderamente fantástico.

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Benjamin Wayman ocupa la Cátedra James F. y Leona N. Andrews en Unidad Cristiana y es profesor asociado de Teología en la Universidad de Greenville. También es pastor principal de la Iglesia Metodista Libre de St. Paul en Greenville, Illinois.

Traducido por Iván Balarezo Pérez

Editado en español por Livia Giselle Seidel

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