Hasta su muerte el mes pasado a la edad de 63 años, la abogada boliviana Ruth Montaño había hecho quizás más que cualquier persona viva para promover los derechos de las minorías religiosas en su tierra natal andina.

Especialista en derecho constitucional y asesora legal permanente de la Asociación Nacional de Evangélicos de Bolivia (ANDEB), la abogada con sede en Cochabamba pasó más de dos décadas defendiendo a los creyentes y congregaciones cristianas contra la discriminación y la injusticia.

Su mayor logro profesional fue, sin duda, la aprobación en septiembre de 2019 de la Ley de Libertad Religiosa 1161.

Montaño fue la principal arquitecta legal de la histórica legislación, “uno de los mayores logros de la iglesia evangélica [enlace en inglés] y de la ANDEB en la historia de nuestro país con respecto a la libertad religiosa”, dijo el presidente de la ANDEB, Munir Chiquie.

Producto de nueve años de investigación, litigio y negociaciones con el gobierno del expresidente Evo Morales, la ley garantiza la independencia de las iglesias y otras comunidades religiosas de la interferencia del gobierno en sus asuntos internos.

La ley impide que los funcionarios seculares dicten a las iglesias no católicas cómo deben organizar sus actividades, elegir líderes y administrar sus finanzas. También restablece el derecho de las iglesias y organizaciones misioneras a abrir y mantener escuelas, clínicas y otros ministerios sociales integrales, un derecho que se les había negado durante casi una década.

Según Chiquie, la disposición más importante de la Ley 1161 fue la creación de una nueva identidad legal para iglesias, sinagogas, mezquitas y otras comunidades religiosas. Estos grupos ahora gozan del estatus oficial de “organizaciones religiosas”.

“Esta ley estableció un entorno judicial completamente nuevo para las organizaciones religiosas”, dijo Chiquie. “Reconoce su libertad para predicar, enseñar la Palabra y utilizar los medios de comunicación masiva. Además, garantiza la libertad de impartir educación religiosa de acuerdo con sus respectivas cosmovisiones”.

Los cambios radicales se produjeron en parte por una medida del gobierno de Morales hace ocho años para ejercer un control estricto sobre las iglesias no católicas del país.

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En 2013, la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia aprobó la Ley 351: Ley de otorgación de personalidades jurídicas a las iglesias y grupos religiosos. En respuesta, la ANDEB presentó recursos legales ante el Tribunal Constitucional del país solicitando la anulación de dicha legislación.

Montaño, quien encabezó la apelación legal, argumentó que la Ley 351 otorgaba al gobierno un poder excesivo para interferir en los asuntos internos de las iglesias y agencias misioneras. El cumplimiento de la Ley 351, dijo, “obligaría a las iglesias a traicionar sus verdaderas tradiciones eclesiásticas. Esta medida les priva de toda autonomía para seguir sus convicciones de fe originales”.

A pesar de la impugnación constitucional de la ANDEB y las marchas que movilizaron a unos 20 mil manifestantes en cinco ciudades, los jueces designados por Morales ratificaron la Ley 351. Ese revés, junto con la insistencia del gobierno en que se observaran rituales animistas precolombinos [enlace en inglés] en las escuelas y otras esferas públicas, galvanizó a los líderes de la iglesia para presionar enérgicamente por una nueva ley que garantizara la libertad religiosa.

Montaño también encabezó esa iniciativa, redactando innumerables borradores legislativos y recorriendo el país de lado a lado para consultar con líderes religiosos.

“Me salieron canas”, dijo. “Fue una tarea enorme construir consenso entre los pastores evangélicos. Terminábamos un borrador en una parte del país y lo llevábamos a otra para su revisión. Y ellos decían: “No, no, no, deberíamos mejor hacer esto”.

“Se hizo evidente que algunos líderes de la iglesia tenían conceptos erróneos sobre lo que es realmente la libertad religiosa. Descubrimos actitudes discriminatorias contra otras religiones. Tuvimos que explicar que la libertad para algunos significa libertad para todos”.

Al final, fueron en gran parte las credenciales de Montaño como abogada constitucional y su incansable búsqueda de la justicia lo que llevó el proyecto a buen término.

“Ruth era una guerrera”, dijo Chiquie. “Tenía un corazón apasionado por Dios, completamente honesto, directo y sincero en todo lo que hacía”.

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Jaime Huayta, socio menor del bufete de abogados de Montaño, estuvo de acuerdo.

“Era como una leona, una mujer feroz cuando se trataba de trabajar por causas justas”, dijo. “Con total franqueza, fue y les dijo a funcionarios gubernamentales de alto rango exactamente lo que tenía que decir. A veces, otros abogados y representantes le decían: “Cálmate, Ruth, pueden enfadarse con nosotros”. Pero ella siempre hablaba con respeto y profesionalismo, pidiéndoles que hicieran lo correcto.

“Así la recordaré, por su ética de trabajo y su impecable conducta”.

La pequeña madre de dos tenía otros intereses apasionados. En sus últimos años, dedicó una parte de su tiempo a la protección de la familia, representando a Bolivia ante las sesiones de la Organización de los Estados Americanos para testificar sobre el impacto de las políticas públicas en los derechos reproductivos, la condición de la mujer y la educación de los menores de edad.

Sin embargo, Montaño nunca se negó a ayudar a nadie que le pidiera ayuda, a menudo trabajando de forma gratuita.

“Se desempeñó como asesora legal de muchas denominaciones y organizaciones evangélicas en todo el país”, dijo Chiquie. “Ella ayudaba a cualquier persona que la buscara, sin importar quién fuera, y defendía su caso con todo su corazón y capacidad”.

En septiembre de 2020, exactamente un año y un mes después de la sanción de la Ley 1161, Montaño fue diagnosticada con cáncer de estómago. Falleció en su casa el pasado 12 de febrero. Le sobreviven dos hijos adultos, Lenz Mauricio y Jorge Luis, su anciana madre y tres hermanos.

“No será fácil reemplazarla”, dijo Chiquie. “No será fácil para otro tomar su lugar y hacer las cosas que ella hizo”.

Escrito por el corresponsal en Latinoamérica de Morning Star News.

Traducción por Iván Balarezo

Edición en español por Livia Giselle Seidel

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