Este artículo fue publicado por primera vez en inglés el 1 de febrero de 1974. Hoy publicamos esta traducción en homenaje a C. René Padilla tras la noticia de su fallecimiento con el único objetivo de poner a disponibilidad de nuestra audiencia hispanohablante los escritos antiguos del autor. No afirmamos que este artículo describa la situación actual de la teología en América Latina.

Hace unos meses, después de una visita a América Latina, un teólogo estadounidense informó que varios profesores de un conocido seminario evangélico de la región habían adoptado la «teología de la liberación». Bien podría haber añadido que en lo relacionado a la teología evangélica, la totalidad de la iglesia en esta parte del mundo es tierra fértil para cualquier teología que busque seriamente cobrar vida en medio de una situación de revolución.

Para entender el problema hay que darse cuenta primero de que la iglesia latinoamericana es una iglesia sin teología. Ciertamente, una teología está siempre implícita en la comunicación del Evangelio, incluso en el nivel más elemental. Además, no hay que asumir que la única teología que merece ese nombre es la teología especulativa. Al afirmar que la Iglesia en América Latina es una Iglesia sin teología, no niego la existencia de una «teología implícita» ni lamento la ausencia de teología especulativa. Mi afirmación sólo tiene sentido dentro de un análisis más profundo de la función de la teología en la vida y misión de la Iglesia. Apunta hacia un fracaso de la Iglesia en cuanto a su reflexión sobre el significado de la revelación de Dios aquí y ahora, y sobre sus implicaciones para la misión cristiana en una situación concreta. Para ser más exactos, podríamos decir que la Iglesia en América Latina es una Iglesia sin reflexión teológica propia.

Una rápida mirada a los planes de estudio de la mayoría de los seminarios e institutos bíblicos, a la predicación y la liturgia en las iglesias, y a la literatura en las librerías cristianas de toda América Latina, bastaría para demostrar que nuestra «dependencia teológica» es tan real y tan grave como la dependencia económica de los países del Tercer Mundo.

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Esta ausencia de reflexión teológica se observa en todos los aspectos de la vida y la misión de la Iglesia. La única teología que conocemos es la que hemos heredado de una reflexión ajena a nuestra propia situación: un conjunto de conceptos poco relacionados con las cuestiones que nuestro propio mundo plantea a la vida cristiana.

Las consecuencias de este lamentable déficit teológico no pueden ser exageradas. Mencionaré tres:

1. La falta de encarnación del Evangelio en la cultura latinoamericana. Es cierto que el Evangelio no puede ser una cosa aquí y otra allá. Ha sido dado «una vez y para siempre», y su anuncio es fiel en la medida en que ese anuncio manifiesta la permanencia de los datos revelados en cualquier lugar geográfico en que se realice. Sin embargo, una de las funciones de la teología es mostrar la relevancia de la revelación bíblica en cada cultura. Si la teología fracasa en este aspecto, la Palabra de Dios es un logos asarkos, un mensaje que tocará la vida sólo tangencialmente. Esta es una de las consecuencias más trágicas de la falta de reflexión teológica en la Iglesia en América Latina: que el Evangelio sigue teniendo un sonido extraño, o ningún sonido, en relación con muchos de los sueños y ansiedades, problemas y preguntas, valores y costumbres de la vida en esta parte del mundo.

2. La incapacidad de la Iglesia para hacer frente a las ideologías del momento. Una Iglesia sin teología es una Iglesia sin criterios para evaluar las respuestas de las ideologías a los problemas de la sociedad. El resultado es que la Iglesia se ajusta a las circunstancias contemporáneas y se convierte en guardiana del statu quo, o bien se deja condicionar por la propaganda a favor del cambio y se convierte en instrumento de las ideologías del momento. Creo que en este terreno radica el mayor peligro de una «iglesia de masas» sin reflexión teológica, como es el caso de la Iglesia en América Latina en este momento de la historia: el peligro de dejarse llevar por los vientos que soplan, sin criterio para discernir las exigencias del Evangelio en su propia situación.

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La gravedad de esta situación la ilustran muchos jóvenes criados en hogares e iglesias cristianas que, una vez que comienzan a plantearse su responsabilidad frente la injusticia social, se ven incapaces de responder a los argumentos de sus amigos marxistas y, o bien ceden ante el marxismo, o emprenden la huida hacia un cristianismo individualista marcado por el conservadurismo político. Hay una urgente necesidad de un marco bíblico que ayude a los cristianos a evaluar las diferentes interpretaciones de la situación histórica (¡o a cambiarla!), sin caer en la santificación de las ideologías de izquierda o de derecha.

3. La pérdida de cristianos de segunda y tercera generación. Este es un fenómeno común. Lo he visto en toda América Latina. Muchos jóvenes que fueron criados en hogares cristianos ahora no tienen nada que ver con el Evangelio. Uno de los muchos «sociólogos» que estudian el «fabuloso crecimiento de la Iglesia en América Latina» hoy en día podría prestar un servicio inestimable a la causa de Cristo incluyendo una encuesta no sólo de los que entran en la Iglesia sino también de los que salen de ella. Sospecho que este estudio mostraría que el número de jóvenes «cristianos» de segunda y tercera generación que han abandonado la Iglesia en la última década asciende a miles y que en la mayoría de los casos la razón fue la ausencia de una base bíblica sólida y de una comprensión de las dimensiones más amplias del cristianismo.

El joven cuyo conocimiento bíblico no va más allá del nivel de la escuela dominical, tarde o temprano descubre que su cristianismo se derrumba, que su fe carece de una base lo suficientemente fuerte como para soportar el peso de las objeciones que plantea la vida en la sociedad contemporánea. ¡En realidad no sorprende que muchos de los líderes guerrilleros de algunos países latinoamericanos provengan de hogares cristianos! Lo que la Iglesia no pudo brindarles en términos de un propósito en la vida y de una perspectiva desde la cual entender el proceso histórico, lo han encontrado en un ideal secular que al final destruye su «fe heredada».

El análisis precedente de la situación proporciona el contexto para entender el gran atractivo que tiene la «teología de la liberación» para los cristianos de América Latina. Una iglesia caracterizada por un énfasis unilateral en la predicación del Evangelio y la multiplicación de miembros se deja llevar fácilmente por cualquier viento de doctrina. Si la situación teológica de la Iglesia en América Latina demuestra algo, es que la reflexión teológica no es un producto sino una parte esencial de la vida y la misión de la Iglesia.

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Traducción por Iván Balarezo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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