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Lea Isaías 9:1-2

No será fácil olvidar un breve intercambio de mensajes de texto que tuve recientemente con un amigo de fuera de la ciudad. Este amigo estaba haciendo todo el recorrido turístico de Nueva York. Le pedí un resumen de su itinerario. Me respondió por mensaje de texto: «La primera parada es el Monumento al 11 de septiembre». Leer esas palabras me llevaron a un estado de reflexión inmediato y no forzado.

Verán, aunque soy neoyorquino de nacimiento, nunca he estado en el Memorial del 11 de septiembre. No es que no sepa cómo llegar. El lugar me da una sensación de oscuridad. Tendría que enfrentarme a la oscuridad de ese día y recordar las continuas manifestaciones de tinieblas que impregnan nuestro mundo: las guerras, el racismo, la pérdida y la fragilidad de la vida. Tanta oscuridad.

Sin embargo, con toda la oscuridad ante nosotros, el Adviento sitúa nuestro mundo dentro de una historia más amplia y esperanzadora. Es la historia de la luz sobrecogedora de Dios en su pueblo. Una luz que ilumina la oscuridad individual y colectiva que experimentamos y presenciamos. Una luz sanadora.

El Adviento nos invita a una espera nutrida por la oración, a una espera santa, a una mirada atenta. ¿Qué es lo que esperamos? Una luz resplandeciente. La luz de Dios.

Isaías anuncia que viene una gran luz que proviene de una fuente inesperada. Se abre paso a través de un niño, el Mesías. Esta luz no se encuentra en algún nuevo poder político, o en algún movimiento cultural. No se encuentra en una ideología particular, sino que se encuentra a través del Dios vivo en la carne. Este es un tema importante en las Escrituras, recogido por Juan, el escritor del Evangelio. En palabras de Juan, la luz que ha llegado no es una radiación electromagnética impersonal. Es la asombrosa verdad de la manifestación personal de Dios mismo en Jesucristo. Jesús es la luz que resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla (1:5).

Isaías habla proféticamente de un día que vendría, un día que ya ha llegado en Jesús. Sin embargo, también esperamos otro día cuando las tinieblas serán plena y finalmente vencidas. Esta es la promesa de esta temporada.

El Adviento nos recuerda que, por muy oscuro que se vuelva todo alrededor, la luz ya ha venido, y la luz está viniendo. ¡Tengamos buen ánimo! La oscuridad que pueda sentir hoy no tendrá la última palabra. Tampoco la pena ni la incertidumbre ni la desesperación. Como dijo una vez Wendell Berry: «Se vuelve más y más oscuro, y entonces nace Jesús».

Rich Villodas es el pastor principal de la iglesia New Life Fellowship en Queens, Nueva York. Es autor de The Deeply Formed Life: Five Transformative Habits to Root Us in the Way of Jesus.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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