Sentado alrededor de una fogata junto al lago Tawakoni en el noreste de Texas, el pastor Nic Burleson ha escuchado a pastor tras pastor confesar sus mayores desafíos: depresión, problemas en la iglesia, conflictos maritales y, cada vez más, dudas sobre si deben continuar en el ministerio.

«En cada retiro hay varios pastores que están considerando dejar el ministerio», dijo Burleson, quien organiza estas salidas de tres días para pastores, patrocinadas por su congregación, la iglesia Timber Ridge en Stephenville, y la iglesia Vista en Heartland. «En muchos sentidos, se sienten estancados, lo cual aumenta la presión y el agotamiento».

El agotamiento pastoral ha empeorado durante la pandemia. Una encuesta de Barna publicada en noviembre de 2021 [enlaces en inglés] encontró que el 38 por ciento de los pastores está considerando seriamente dejar su trabajo de tiempo completo en el ministerio, en comparación con el 29 por ciento en enero del mismo año.

«Los cambios que se han venido acelerando durante los últimos 18 meses han dejado a muchos pastores con la mente confundida y el corazón desorientado», manifestó Joe Jensen, vicepresidente de Barna para la participación eclesial.

«Con todo el caos, toda la presión, la lupa de las redes sociales, la pandemia, la política y el contexto hiperdigital, tiene sentido que haya muchos pastores diciendo: “¿Es esto realmente a lo que me comprometí? ¿Es esto a lo que fui llamado?”».

El aumento en el número de pastores que están reconsiderando su profesión está directamente relacionado con el aumento en los niveles de estrés y el deterioro de la salud mental en general. Según una encuesta general de Barna, en el 2016, el 85 por ciento de los pastores calificó su bienestar mental como bueno o excelente. En la encuesta de octubre del 2021, esta cifra descendió al 60 por ciento.

Según descubrió Barna, los pastores que dijeron que habían considerado seriamente alejarse del púlpito tenían la mitad de probabilidades de decir que están bien relacionalmente, y un tercio de probabilidades de decir que están bien emocionalmente.

Con tantos líderes ministeriales al borde de sus límites, los pastores están ansiosos por encontrar oportunidades como los retiros que organiza Burleson, en las que pueden hablar abiertamente sobre las dificultades que están atravesando, formar amistades, recibir consejos y encontrar asistencia para la salud mental.

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Burleson compartió en su cuenta de Twitter: «He dedicado los últimos dos días a pasar tiempo con pastores y plantadores de iglesias. Estoy profundamente agradecido con las generosas personas de @timberridge y @VistaChurch, quienes hacen posible que organicemos estos retiros. Si eres un pastor o plantador de iglesias y estás interesado en sumarte a nosotros en 2022, mándame un MD. #churchplanting

«Antes del COVID-19, el agotamiento era una epidemia silenciosa sobre los líderes ministeriales. Las estadísticas dan muestra de esto; sin embargo, ahora se podría decir que el agotamiento es endémico», dijo Dan White, quien lanzó el Centro Kineo en 2020. El centro organiza retiros para líderes ministeriales en Puerto Rico y ofrece un programa de capacitación y acompañamiento semanal a partir de este año.

En su trabajo con pastores, White ha visto que la crisis se ha intensificado. Cada vez son más los líderes que están experimentando agotamiento, incluso aquellos que gozan de retiros sabáticos regulares y periodo de vacaciones. Su agotamiento se ha vuelto más grave, y el desánimo y el cansancio llega «hasta los huesos».

«El agotamiento comienza a manifestarse de diferentes maneras; depende de las diferencias en nuestras personalidades», manifestó White, quien tiene una larga trayectoria como pastor, plantador de iglesias e instructor con un título en consejería. «En algunos, [el agotamiento] se manifiesta como enojo e irritación a puerta cerrada con la familia. En mi caso, evitaba relacionarme con otros y quería alejarme de todo. Para otros, se manifiesta en una indulgencia excesiva en las redes sociales, el alcohol o mirar televisión en exceso como un intento de escape. Nuestra mente, alma y cuerpo intentarán compensar el agobio que sentimos».

Evan Marbury, pastor y consejero en Durham, Carolina del Norte, usa las palabras de Pablo en Segunda de Corintios 1:8 como una guía para identificar el agotamiento: «Estábamos tan agobiados bajo tanta presión que hasta perdimos la esperanza de salir con vida».

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«Ellos no sienten la cercanía de Dios, no sienten a otras personas que los aman, no sienten la forma en que fueron creados a imagen de Dios y cómo su existencia es, de hecho, un motivo de deleite. Cuando uno llega a ese punto, es realmente preocupante» dijo. «Muchos pastores se avergüenzan o tienen miedo de llegar a ese punto, a pesar de que Pablo mismo lo exteriorizó. Y si Pablo lo expresó, nosotros también deberíamos poder expresarlo».

Según Barna, los pastores en Estados Unidos se sienten cada vez más solos y sobrecargados a medida que avanza la pandemia, y la crisis es particularmente aguda en las iglesias protestantes tradicionales. En octubre de 2021, Barna descubrió que la mitad de los pastores de iglesias protestantes tradicionales expresaron que están considerando seriamente renunciar, en comparación con un tercio de los pastores evangélicos, es decir, de iglesias protestantes no tradicionales.

En medio de todas las turbulencias y crisis que se han producido en 2020 y 2021, es necesario que los pastores reconsideren la forma en que desempeñan su papel como líderes, así como el cuidado de su salud mental.

«Muchos pastores están teniendo dificultades para sentir esperanza», dijo Marbury, pastor de Christ Central Church. «Lo creen desde la perspectiva teológica, pero las cosas parecen seguir moviéndose en descontrol. Uno puede ver el efecto de la crisis en los presupuestos y en el número de asistentes a las reuniones, y luego alguien se sienta contigo y te dice: “He decidido marcharme…”. Eso puede intensificar la vergüenza, las dudas y los sentimientos de insuficiencia».

Cuando las iglesias cancelaron las reuniones presenciales durante la pandemia, los pastores perdieron el impulso de seguridad que provenía de adorar todos juntos en un templo concurrido, de abrazar a los miembros después del servicio y de conversar sobre los problemas con ellos en persona. En algunos casos, se encontraron navegando en medio de intensos conflictos en sus iglesias, salidas por cuestiones políticas y traumas derivados de la pandemia sin el respaldo de algunas de las partes más vivificantes de su ministerio.

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«Me parece que esto está obligando a los pastores a encontrar su identidad en Cristo y no en la perfección de su ministerio, y creo que eso es algo bueno», dijo Burleson. Dentro de su iglesia, Timber Ridge, tuvo que afrontar sus propios temores relacionados con la falta de crecimiento, y tuvo que recordarse a sí mismo que el llamado de Dios en Mateo 25:21 está centrado en la fidelidad, no en el éxito.

Burleson ha planeado veinte retiros más a la orilla del lago para el 2022, lo cual representaría un récord para el programa, mismo que se ampliará para incluir fines de semana para parejas casadas que sirven juntos como pastores. Los participantes se mantienen en contacto como amigos después de los retiros, y para aquellos que necesitan consejería o asistencia profesional, los organizadores pueden orientarlos a recursos confiables.

Debido a que muchos pastores ingresan al ministerio de tiempo completo asumiendo que será un llamado para toda la vida, a menudo soportan muchas dificultades —incluidos problemas de salud crónicos, así como ansiedad y depresión— antes de considerar un cambio de dirección. Pero los consejeros e instructores dicen que su experiencia coincide con los hallazgos de Barna: cada vez hay más pastores que se encuentran al borde de sus límites y que se preguntan cuánto tiempo podrán soportar.

«El factor que tiene una influencia única en la evaluación de un pastor sobre una posible transición vocacional es el dinero, es decir, “¿Qué haré para obtener ingresos?”», dijo White. «Hay pánico detrás de esa pregunta. En muchos casos, tenemos que ayudarlos a reimaginarse a sí mismos, así como también su papel pastoral en el mundo».

Jensen, de Barna, instó a aquellos pastores que ahora se encuentran cuestionando su lugar en el ministerio a que analicen ese mismo cuestionamiento a fondo, en lugar de verse a sí mismos como pastores de menor valor por reconsiderar su llamado.

«Personas como el rey David o Moisés, entre otras figuras bíblicas, tenían preguntas, tenían dudas sobre su vocación», dijo. «Esta es una gran oportunidad para apoyarse en la tensión del proceso, profundizar su relación con Jesús y salir más resilientes y más seguros de quiénes son en realidad, ya sea que el resultado sea ser un ministro vocacional o no».

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Sofía Castillo y Livia Giselle Seidel.

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