Una de las mejores partes de asistir a la iglesia Perimeter Church al norte de Atlanta era observar el estacionamiento especial para familias jóvenes. Furgonetas de tamaño industrial entraban cada domingo repletas de niños. No se trataba de servicios de transporte que recogían niños de los barrios locales para llevarlos a la iglesia, sino de furgonetas unifamiliares llenas de niños que habían sido adoptados nacional e internacionalmente, muchos de ellos con necesidades especiales.

Las familias de la iglesia Perimeter han adoptado a más de 100 niños en los últimos 13 años, debido en gran medida a un ministerio incubado dentro de la iglesia. Llamado así por la declaración del Salmo 68:6 de que «Dios hace habitar en familia a los solitarios», Promise686 ha apoyado casi 500 adopciones mediante subvenciones y otras ayudas. El ministerio apoyó la adopción de mi hija, cuyo defecto cardíaco congénito probablemente habría sido fatal de haber permanecido en el sistema estatal de orfanatos de China.

Ministerios como Promise686 serán fundamentales ahora que la Corte Suprema de Estados Unidos ha anulado el dictamen del caso Roe contra Wade (Roe). Celebramos la sentencia del caso Dobbs contra Jackson. La santidad y la dignidad de toda vida humana sigue siendo la cuestión moral más importante de nuestro tiempo, y cinco décadas de decir que lo malo es bueno ha distorsionado la visión moral de nuestra cultura. La anulación de Roe es un testimonio de una larga fidelidad, transmitida por generaciones de padres a hijos, en la lucha por la vida y la dignidad de las personas en todas las etapas de su desarrollo. Podría ser el logro moral más importante de una generación.

Pero, ¿cómo deberá verse una respuesta fiel a este éxito? La anulación de Roe le regresa a cada estado la libertad de decidir su propia política pública en cuanto al aborto, y muchos prohibirán —o ya han prohibido— el aborto. En palabras de Jedd Medefind, presidente de la Christian Alliance for Orphans [Alianza Cristiana por los Huérfanos], «nacerán muchos niños que de otra forma habrían sido abortados», y muchos de ellos serán recibidos por padres «que están exhaustos y luchando».

¿Es la adopción la respuesta? Probablemente no. En el mejor de los casos, es solo parte de la respuesta.

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El movimiento cristiano de adopción en Estados Unidos fue impulsado por el mandato bíblico y el deseo compasivo de cuidar del huérfano y la viuda. Innumerables familias han hecho hermosos sacrificios y han sido bendecidos al abrir sus hogares a niños que se encontraban en gran necesidad.

Pero luego llegó otra complejidad moral. Muchos niños adoptados, separados de sus comunidades y culturas originales, crecieron, conocieron sus historias y experimentaron una profunda sensación de pérdida y desconexión. En algunos casos, la adopción había sido una decisión correcta y necesaria; pero en otros, no estaba claro si la adopción había servido bien al «huérfano» o a la «viuda» (en este caso, la madre biológica).

La gran disponibilidad de familias estadounidenses dispuestas a gastar decenas de miles de dólares en un proceso de adopción también llevó a que, en algunos países, traficantes ingresaran niños al sistema de adopción cuyas familias biológicas en realidad deseaban quedarse con ellos.

El movimiento de adopción evolucionó. Este proceso de evolución fue impulsado, en parte, por las madres adoptivas que tenían sentimientos encontrados: amaban y celebraban la adopción de sus hijos, pero lamentaban el trauma de la separación por el que habían pasado los niños y sus madres biológicas. También fue impulsado por un compromiso cada vez más profundo con el sistema de protección social de acogimiento familiar. Por un lado, había niños que sufrían abusos o negligencia grave y que claramente requerían los cuidados de una familia de acogida, o incluso ser adoptados; por otro lado, hubo casos de madres e hijos que, de haber recibido atención y cuidado, podrían haber prosperado juntos.

Promise686 sigue sirviendo en casos de adopciones, pero ahora también ha apoyado 6550 colocaciones de niños en familias de acogida, arropando a las familias de acogida con «comunidades de cuidado» para ayudarlas y animarlas, y mejorar así sus resultados.

También ha trabajado para evitar que los niños caigan en el sistema de acogida en primer lugar, apoyando a familias en crisis, y que los niños se mantengan con sus madres siempre que sea posible de forma segura. En palabras de su presidente, Andy Cook, «las iglesias son necesarias en todos los puntos del proceso continuo, desde la prevención hasta la adopción permanente, pasando por la intervención y los servicios de acogida».

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O pensemos en la organización Every Mother's Advocate (EMA, por sus siglas en inglés) de Florida. Después de tres años prestando servicios de acogida y tras una adopción, la fundadora, Charlee Tchividjian, había visto suficiente de «los retos sistémicos y la ruptura a la que se enfrentan las madres una vez que sus familias se han visto involucradas en el sistema de bienestar infantil». La mayoría de los traslados de niños, dice, se deben simplemente a la incapacidad de las madres para satisfacer las necesidades fundamentales del niño. «Para una madre en crisis», dice Tchividjian, «contar con un sistema de defensa puede cambiarlo todo». EMA presta sus servicios con familias que están al borde de que sus hijos sean retirados por el sistema de bienestar infantil, y el 88 % de sus defendidos han pasado de la crisis a la estabilidad.

¿Cómo deberían entonces los cristianos provida celebrar el fin de Roe? Quizá asociándose con ministerios como éste. «Cuando se defiende a una madre», dice Tchividjian, «se preservan familias; las estadísticas del sistema de acogida se desploman; y los conductos que conducen del sistema de acogida hacia la pobreza, la prisión, la adicción y la falta de hogar comienzan a desvanecerse lentamente».

El fin de Roe honrará la santidad de la vida humana y traerá niños al mundo de forma segura. También traerá consigo dificultades reales para muchas madres. La mejor manera de celebrar a los niños que nacerán con la desaparición de Roe es amar a las madres que los criarán.

Timothy Dalrymple es presidente, director general y editor en jefe de Christianity Today.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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