Cuando se publicó el año pasado el libro sobre el matrimonio de Sheila Gregoire, The Great Sex Rescue: The Lies You’ve Been Taught and How to Recover What God Intended [El gran rescate del sexo: Las mentiras que te han enseñado y cómo recuperar el plan de Dios], supuso un fuerte contraste con lo que muchos cristianos aprendieron en la iglesia sobre el sexo y el matrimonio.

Basándose en su propia investigación, que incluye una encuesta a 22 000 mujeres cristianas, la autora canadiense afirma que el placer sexual también es para las mujeres, y relata el daño que se hace a las mujeres, a los hombres y a sus relaciones cuando la gente opera con visiones distorsionadas del sexo en el matrimonio.

La crítica de Gregoire a anteriores iteraciones de recursos cristianos ha puesto a algunos a la defensiva; sin embargo, para muchos ha significado un refrescante cambio de enfoque. Las mujeres, desde las creyentes reformadas hasta las más fieles progresistas, han encontrado solaz y sanidad en sus enseñanzas, mientras que algunos pastores, profesores, terapeutas y consejeros profesionales también están empezando a cambiar su enfoque a raíz de sus conclusiones.

«Creo que la obra de Sheila aporta un equilibrio muy necesario dentro de los círculos eclesiásticos conservadores», dijo Craig Flack, pastor de Findlay, Ohio, quien ha utilizado el libro de Gregoire en su asesoramiento pre y posmatrimonial. «Muchas obras ignoran en gran medida el placer femenino, y luego la gente se pregunta por qué las mujeres no disfrutan de la intimidad».

Gregoire pone en la mira la idea de que los hombres «necesitan» sexo y que sus esposas están ahí para proporcionárselo, una premisa que ve en libros como Love and Respect [Amor y respeto], The Act of Marriage [El acto matrimonial] y Every Man’s Battle [La batalla de cada hombre].

Su encuesta mostró que a las mujeres cristianas se les enseñó que los chicos sobrepasarían sus límites y que ellas eran responsables de evitar que fueran demasiado lejos. En el matrimonio, veían que su papel era no privar nunca a sus maridos del sexo y que, al seguir este principio, evitarían que sus maridos buscaran una salida en la pornografía. Si las mujeres cristianas de la encuesta de Gregoire reportaban creer en esas enseñanzas, tenían menos probabilidades de disfrutar del sexo, de hablar abiertamente con sus maridos sobre sus deseos sexuales o de tener una pareja que priorizara el placer sexual de ellas.

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Aunque Flack no está de acuerdo con «todos los aspectos del libro», dijo que ha cambiado la forma en que aconseja a las parejas, de tal forma que ahora incorpora el tratamiento directo del placer de la esposa, la intimidad real y «cómo este produce el gozo sexual mutuo».

El libro de Gregoire comenzó a tener éxito en gran medida gracias a las recomendaciones de persona a persona, los testimonios personales y las propias discusiones de Gregoire en Twitter. Gregoire dijo que le anima estar abriendo brecha con pastores individuales como Flack y con terapeutas cristianos que han aprendido de su investigación y están incorporando su enfoque en su trabajo con las parejas.

Ha visto a cristianos de diversas denominaciones unirse contra lo que ella considera una visión equivocada sobre el sexo, centrada en el hombre, que se ha predicado o aceptado discretamente entre los evangélicos durante años.

Mientras que otros autores cristianos han criticado las enseñanzas de la cultura de la pureza en general, Gregoire ha nombrado abiertamente a los maestros que considera responsables de perpetuar ideas perjudiciales sobre el sexo conyugal. «La única forma de detener el daño es hacer esto en público», dijo en una entrevista con CT. «Y si esos autores estuvieran realmente comprometidos con el servicio a las ovejas, lo agradecerían» [enlaces en inglés].

Sin embargo, sus colegas autores dicen que las citas que ella usó y las presentaciones de sus enseñanzas están fuera de contexto. Focus on the Family [Enfoque a la familia] (la organización que publicó Amor y Respeto de Emerson Eggerichs) emitió una declaración en la que decía que Gregoire «ha interpretado y juzgado gravemente mal» el libro. Shaunti Feldhahn, a quien Gregoire menciona varias veces en su libro, emitió un comunicado diciendo que las acusaciones contra ella eran «inexactas» y «ataques calculados».

Ella conversó con CT anteriormente [enlace en español], y dijo que ella somete sus primeras obras a su propio criticismo en el presente. Incluso retiró antiguas entradas de blog como resultado de lo que ha aprendido en su investigación y está comprometida a corregir su curso en los nuevos materiales que produce.

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Kevin Schulz, pastor de los Hermanos Menonitas (USMB), ha comprado el «Curso de luna de miel» de Gregoire para varias parejas. La obra de Gregoire, dijo, es «un muy necesario contrapunto a la enseñanza unilateral y sesgada que la iglesia ha enseñado» en el pasado.

Gregoire está comprometida con una ética sexual cristiana, pero identifica áreas en las que cree que las Escrituras se han tergiversado para perjudicar a los matrimonios, crear dolor a las mujeres y perpetuar el abuso.

Por ejemplo, en Mateo 5:28, Jesús dice: «Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón.». Cuando a los jóvenes se les dice que tan solo mirar a una mujer es desearla con lujuria, dijo Gregoire, las mujeres se convierten inmediatamente en objetos sexuales. «¿Mirar es desear con lujuria?», se pregunta Gregoire en su libro. Si la respuesta es «no», dice, eso cambia muchas cosas.

En su investigación y en respuesta al libro, las mujeres contaron experiencias sexuales negativas que van desde la insatisfacción y el dolor hasta el abuso y el trauma. Courtney Wright dijo que la lectura del libro de Gregoire le abrió los ojos a los abusos que sufrió en su matrimonio previo que duró nueve años, en el que fue obligada a mantener relaciones sexuales, estrangulada y tratada «como una sirvienta».

«He redescubierto mi fuerza y mi valor para alzar la voz», dijo Wright a CT.

Rebecca Gregoire Lindenbach, coautora del libro junto con la epidemióloga Joanna Sawatsky, relató las historias de horror de mujeres como Wright, que sufrieron abuso y en respuesta lo defendieron dentro de sus propias mentes, o escucharon a sus pastores responder: «Bueno, técnicamente eso no está no permitido en la Biblia».

«El número de personas con las que hablamos en estas horribles situaciones en las que sus maridos eran adictos a la pornografía hasta el punto de que las obligaban a representar lo que veían», dijo Lindenbach en una entrevista. «Y ellas tenían en la cabeza las palabras de Shaunti [Feldhahn] y [Emerson] Eggerichs y [Stephen] Arterburn, diciendo: “Pero si puedo satisfacer sus necesidades, entonces tal vez él será capaz de detenerse».

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Algunos líderes cristianos, sin embargo, creen que sus preocupaciones puntuales merecen ser respondidas y ampliadas. Sean McDowell es un orador teológicamente conservador y autor de un nuevo libro sobre sexualidad para adolescentes, Chasing Love [Persiguiendo el amor]. McDowell ha defendido el trabajo de Gregoire, e incluso la ha invitado a hablar en una de sus clases en la Universidad Biola.

«Creo que ciertamente deberían abrirse e involucrarse con sus ideas, porque creo que ella está planteando algunas cuestiones justas, y se trata de temas que tienen consecuencias importantes», dijo McDowell sobre aquellos a los que Gregoire critica.

McDowell dijo que se sintió atraído por la obra de Gregoire porque lo desafió a pensar en el sexo conyugal de una manera nueva, y respeta cómo la autora siempre remite a los lectores a las Escrituras.

«Gran parte de las enseñanzas que hemos tenido sobre la sexualidad está centrada en el hombre», dijo McDowell. «Creo que hemos adoptado eso dentro de la iglesia de forma acrítica».

Junto con el trabajo de Gregoire, McDowell ve un movimiento positivo en el mundo evangélico en lo que respecta a las enseñanzas sobre sexualidad. Su nuevo libro forma parte del renovado movimiento de Lifeway «True Love Waits».

El correctivo de Gregoire forma parte de una oleada de autores que se adhieren a una ética sexual cristiana tradicional, pero que ofrecen una crítica o una alternativa a la cultura de la pureza, tales como la autora de Talking Back to Purity Culture [Respondiendo a la cultura de la pureza], Rachel Welcher, así como Christopher Yuan, Sam Allberry y Nancy Pearcey.

Los terapeutas y consejeros cristianos también están trabajando contra las relaciones sexuales perjudiciales o abusivas en el matrimonio. Julie Hilton, trabajadora social licenciada en Georgia, recomienda a menudo el libro de Gregoire a sus clientes.

«Han descrito sentirse validadas, comprendidas e incluso enfadadas», dijo Hilton a CT. «Creo que su trabajo ayuda a las mujeres a sanar y fomenta matrimonios sanos».

Halie Howells, terapeuta de Illinois, califica el enfoque de Gregoire como «monumental», y como uno de los escasos recursos de este tipo. «Ella está proporcionando un nuevo lenguaje, nuevas expectativas y una nueva conexión para las parejas casadas, al tiempo que integra la fe», dijo Howells.

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El tema de la excitación femenina casi siempre falta o se minimiza en los libros de sexo cristianos, afirma Gregoire, mientras que el deseo sexual del hombre es el centro de atención. «Tu mujer puede ser una dosis de metadona cuando te sube la temperatura», escribió Arterburn en La batalla de todo hombre, frase que Gregoire hizo infame. Le preocupa que sentimientos como este cosifiquen a las mujeres e ignoren sus propios deseos y su placer en la relación.

La encuesta de Gregoire descubrió que las mujeres cristianas declaran tener vaginismo, un espasmo muscular involuntario, en una proporción que duplica la de la población general. Tantas mujeres como 1 de cada 5 informó de una afección que hacía dolorosa la penetración. Sus conclusiones sugieren que esto puede deberse a que las mujeres cristianas que ven el sexo como una obligación pierden su sentido de autonomía en el sexo y son más propensas a forzarse a sí mismas a hacerlo aunque sea doloroso.

Cuando hice un llamado a las mujeres autoidentificadas como «teológicamente conservadoras» que se han beneficiado del trabajo de Gregoire, mi bandeja de entrada se inundó inmediatamente con cientos de mensajes de mujeres deseosas de compartir sus historias. Tanto las complementarias como las igualitarias han aplaudido el mensaje principal de Gregoire de que las parejas cristianas han sido mal orientadas en cuanto a la finalidad y los placeres de la intimidad sexual tanto para el marido como para la mujer.

«Creo que el trabajo de Sheila valida lo que tantas mujeres sienten y han sentido durante muchos años, pero que no han podido articular», escribió una lectora, Talia Bastien Reha. Dijo que apreciaba cómo el trabajo de Gregoire «dirige la atención hacia el corazón de Jesús».

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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