Cuando el líder de alabanza Jonathan Anderson selecciona la canción «Lion and the Lamb» [«El León y el Cordero»] para el servicio de adoración del domingo, piensa en lo que significa para su iglesia multigeneracional de las Asambleas de Dios cantar sobre el regreso de Cristo y su victoria final: toda rodilla se doblará ante el León y el Cordero.

«Tenemos personas mayores a las que les encanta imaginar que ven el rostro de Dios, que esperan con impaciencia ese momento en que verán la belleza pura», dice Anderson, que sirve en la iglesia Bethel de Tallmadge, Ohio.

El cantautor Leeland Mooring (que toca con el grupo Leeland) empezó a componer la canción durante un evento de adoración. Él y los que lo acompañaban se sintieron profundamente conmovidos por la letra y la música a medida que la canción iba tomando forma.

Mooring declaró a NewRelease Today: «Estábamos llorando y no había un ojo seco en la sala... Dios me soltó todo el estribillo de la canción allí mismo».

Ocho años después de su lanzamiento, «Lion and the Lamb» [«El León y el Cordero»] sigue estando entre las 30 canciones de adoración contemporánea más cantadas en las iglesias los domingos, con grabaciones de bandas populares como Leeland, Shane & Shane y Big Daddy Weave.

La continua popularidad de la canción significa que las congregaciones elevan esas poderosas palabras en alabanza cada semana, tal como Mooring y sus coautores (los veteranos de la industria Brenton Brown y Brian Johnson, de Bethel Music) esperaban. Y cada vez que iglesias como la de Anderson cantan «Lion and the Lamb» [«El León y el Cordero»], el resultado es positivo —sobre todo si se transmite en directo— también para las empresas que administran las licencias de música cristiana, los sellos discográficos y los inversores privados, que ven en el sector cristiano una fuente de ingresos sin explotar.

Una parte de los derechos de autor de la canción de Mooring, que antes se pagaban continuamente a los creadores y a la discográfica, se vendieron en una subasta en 2020 como parte de un paquete de $900 000 dólares a un inversor privado. El paquete de canciones había ganado $156 393 dólares el año anterior, más de tres cuartas partes derivadas del uso de «Lion and the Lamb» [«El León y el Cordero»]. El inversor que hizo la oferta ganadora obtuvo una rentabilidad prevista por el sector de casi el 15 %.

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Las palabras y melodías que animan los corazones a adorar cada domingo también son propiedad intelectual (PI) en el mercado, atrapada en una reciente oleada de adquisiciones en toda la industria musical. La actividad de los inversionistas se ha caído en «alimentar el frenesí», según el ejecutivo del sector Hartwig Masuch, donde los éxitos de alabanza y adoración son una pequeña parte de los miles de millones invertidos en PI y los ingresos derivados del pago de derechos de autor.

A medida que las iglesias de todo el mundo cantan, tocan y retransmiten en directo canciones como «Lion and the Lamb» [«El León y el Cordero»], «How Great Is Our God» [«Cuán grande es Dios»] y «10,000 Reasons» [«10 000 razones»], la popularidad de estas canciones ha empujado aún más la música cristiana en la industria musical general y en el vasto ecosistema económico que se ajusta para obtener beneficios en una nueva era.

Las tendencias hacia la adquisición de PI, las lucrativas giras por estadios y la consolidación corporativa han contribuido a impulsar unos ingresos récord en los dos últimos años: el sector de las giras obtuvo $6280 millones de dólares en 2022, y los ingresos por grabaciones en Estados Unidos alcanzaron un máximo histórico de $15 900 millones de dólares, cifra que ha venido a la alza por séptimo año consecutivo.

Muchos artistas cristianos, incluidos aquellos cuyas carreras y marcas se basan en la música de adoración, se están beneficiando de este crecimiento.

Ganar dinero con el género no es nada nuevo. La música cristiana ha reportado beneficios a los inversores estadounidenses durante siglos, desde que el librero Hezekiah Usher distribuyera en 1640 el Bay Psalm Book, el primer libro impreso en las colonias. Lo que es nuevo es la complicada red de demanda, creación y generación de dinero en la versión actual de la industria. Cuantas más entidades corporativas puedan beneficiarse de los éxitos de la música de alabanza y adoración, más se posicionan para introducir incentivos y ejercer presión en el camino.

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En el panorama de la música de adoración, cada participante tiene sus prioridades: las iglesias buscan canciones que sirvan a sus congregaciones, los artistas crean música para ministrar a la iglesia, la industria proporciona una plataforma y encuentra formas de sacar provecho de los medios populares, mientras que los inversores buscan activos prometedores.

Desde escritores, intérpretes, agentes, publicistas, organizadores de giras, sellos discográficos, editores e inversores, todos buscan que las nuevas canciones de adoración se conviertan en éxitos, y que las de mayor éxito sigan siendo populares y rentables. Pero no todas estas personas tienen la misma influencia en la trayectoria de una canción, y no todo empuje hacia el éxito es moral o teológicamente neutro.

A medida que la música de alabanza y adoración se integra en el panorama económico de la industria musical dominante, ¿podrá mantener su propósito espiritual distintivo? ¿Influirán los poderosos incentivos del mercado —la fama, la celebridad y el éxito financiero— en la forma en que se producen y promocionan las canciones de adoración?

En las dos últimas décadas, la música cristiana contemporánea ha despertado un interés cada vez mayor en la industria del entretenimiento. Los artistas llenan los escenarios más grandes del país. En lugar de que los artistas cristianos canten éxitos seculares con otros artistas, las canciones de adoración se abren camino en la corriente principal: Justin Bieber interpreta «Jireh» y «How He Loves» con Chandler Moore; los concursantes de The Voice cantan «Oceans» [«Océanos»]; los programas de televisión Today y Fox and Friends presentan actuaciones de Taya, Maverick City Music y Hillsong United.

Los compositores y artistas de música de adoración «aman a la Iglesia y quieren ofrecer canciones que sirvan a la Iglesia», afirma Shannan Baker, investigadora postdoctoral en humanidades digitales del Centro de Estudios de Música Cristiana de la Universidad de Baylor. Pero los mejores artistas y compositores de hoy se enfrentan a la presión del mercado.

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«Tengo mis dudas sobre el papel que el dinero puede desempeñar en la elevación de ciertas canciones de adoración», dijo Baker, al compartir su preocupación sobre la industria. «Es un negocio musical. El dinero impulsa la toma de decisiones en los niveles superiores».

El beneficio económico —especialmente el exceso financiero— no es un incentivo neutral y puede limitar el tipo de artistas que llegan a la cima.

«Para los evangélicos, el mercado siempre ha sido una forma de demostrar la bendición de Dios», afirma Adam Perez, profesor adjunto de estudios de adoración en la Universidad Belmont de Nashville, centro neurálgico y sede de la industria de la música cristiana. «La inversión es un indicador rezagado del éxito».

«Cada vez que alguien aumenta su acceso al capital, aumenta su acceso al poder», dijo. «Ahora bien, ¿cómo se ejercerá ese poder?».

Cada vez más empresas e inversores seculares han reconocido oportunidades de beneficio en artistas cristianos y sus canciones de éxito, sobre todo a medida que las grandes empresas consolidan su propiedad. Este interés ha dado lugar a grandes giras por estadios, antes reservadas a las estrellas del rock, y a subastas de derechos de autor para obtener ganancias de los éxitos de adoración.

Capitol Christian Music Group (CCMG), por ejemplo, ha adquirido los grandes sellos cristianos Sparrow Records, Hillsong Music y sixstepsrecords. CCMG forma parte de Universal Music Group, que tenía algo más del 37 % del mercado de la industria musical a finales de 2022. Entre sus artistas se encuentran Chris Tomlin, Hillsong United, Brooke Ligertwood, Crowder, Cody Carnes, Jesus Culture y Newsboys. El año pasado, afirmó tener el 60 % del mercado de las 10 canciones de adoración más utilizadas en las iglesias.

Estas canciones obtienen licencias para servicios de culto y eventos a través de Christian Copyright Licensing International (CCLI). La organización comenzó como un recurso para evitar que las iglesias violaran los derechos de autor al utilizar letras y música de artistas de alabanza y adoración.

Sin embargo, ahora la industria musical ha empezado a considerar la popularidad en CCLI como un indicador de la rentabilidad de una canción, ya que más de 250 000 iglesias de todo el mundo consiguen licencias para su música de adoración a través de este ministerio. Un anuncio de venta de los derechos de autor del paquete que incluía «Lion and the Lamb» [«El León y el Cordero»] mencionaba que dos tercios de las ganancias anuales podían proceder directamente de CCLI (es decir, $100 000 dólares), y que las ganancias eran estables.

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El CCLI también clasifica las canciones en función de su uso semanal, tal y como lo informan las iglesias cubiertas por su protección de licencias. Según CCLI, «Lion and the Lamb» [«El León y el Cordero»] se encontraba entre las 30 canciones más cantadas en las iglesias en la primavera de 2023, ocho años después de su lanzamiento.

«Un éxito radiofónico cristiano genera algo de dinero durante un tiempo», afirma Andrew Osenga, director de artistas y repertorio de Integrity Music. «[Pero] las canciones [de adoración] que se mantienen vigentes generan muchos ingresos».

Además, la naturaleza «centrada en la canción» del mercado de la música de adoración juega a su favor. En un sector que cambia con rapidez (¿cuántas veces se paga por escuchar música?), los ingresos procedentes de escribir canciones y de los derechos de autor en este nicho han seguido siendo fuentes fiables de ingresos.

Osenga señaló que, desde el comienzo de la pandemia, los ingresos por derechos de autor de la música de adoración han aumentado sustancialmente debido al repentino aumento de iglesias que transmiten sus servicios en directo y publican grabaciones de sus servicios en YouTube. Antes de 2020, la mayoría de las iglesias cubiertas por el CCLI por el uso de canciones de adoración contemporáneas pagaban entre 170 y 215 dólares al año por la licencia. El derecho a transmitir legalmente las interpretaciones de esas canciones requería que las iglesias añadieran una nueva licencia de streaming, que puede costar otros 110 dólares al año, con base en una asistencia a la iglesia de 400 personas a la semana (el precio aumenta con el tamaño de la iglesia).

«Piensa en el número de servicios religiosos que se transmiten por medios digitales», dice Osenga. «Si “Good Good Father” [“Buen Padre“] se canta en miles de iglesias, muchas de las cuales transmiten sus servicios en directo, los ingresos de ese derecho de autor son enormes».

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Image: Ilustración por Matt Chinworth

Las canciones de adoración no suelen tener una vida muy larga, pero algunas favoritas como «How Great Is Our God» [«Cuán grande es Dios»] e «In Christ Alone» [«En Cristo está mi salvación»] llegan al top 100 de la CCLI y se quedan allí. Un estudio reciente encontró que entre 2015 y 2019, la vida media de una canción de adoración fue de cuatro años. Entre 1995 y 1999, fue de 11 años.

Aun así, los artistas discográficos más exitosos han podido lograr éxitos de larga duración en las listas de CCLI, y sus canciones ahora aparecen en sitios como Royalty Exchange, donde los inversores pueden evaluarlas como activos financieros.

Históricamente, ha habido muy poco interés por los catálogos anteriores de artistas cristianos.

«A diferencia del mercado general», afirma el etnomusicólogo Andrew Mall en su libro de 2021 God Rock, Inc: The Business of Niche Music, «en el mercado cristiano hay comparativamente poca demanda (o incluso conocimiento) de música y artistas antiguos».

Pero Hipgnosis Songs Fund, una sociedad de inversión en derechos musicales respaldada por Blackstone, adquirió recientemente acciones de los catálogos anteriores de Third Day y Jason Ingram, productor y compositor que ha trabajado con Chris Tomlin, Matt Maher, Kari Jobe, Lauren Daigle, David Crowder y Christy Nockels. Hipgnosis es la misma entidad que adquirió los derechos del catálogo de Justin Bieber en enero de 2023 en un sonado acuerdo por doscientos millones de dólares.

El sitio web de Hipgnosis promociona a Ingram como una fuerza en la industria de la música cristiana que «ha ayudado a dar forma al género en un mundo de distribución moderna». Ingram coescribió «Goodness of God» [«Bondad de Dios»] de Bethel Music, primer lugar en el Top 100 de CCLI en 2023, así como otras dos entre las 10 primeras: «Great Are You Lord», de All Sons & Daughters, y «King of Kings», de Hillsong Worship.

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En enero de 2022, la empresa privada de edición y gestión de talentos Primary Wave Music adquirió una participación en todo el catálogo editorial del artista de alabanza Matt Redman. Su canción «Blessed Be Your Name» ha pasado 20 años en el top 100 de CCLI.

«Es un buen acuerdo para ambas partes», dijo Andrew Osenga. (Redman ha firmado un contrato con Integrity Music, empresa para la que trabaja Osenga). Un artista como Redman o Ingram puede aceptar una compra, una suma global de una empresa dispuesta a apostar por que sus canciones le reporten ingresos adicionales. Es una forma inteligente de pagar una casa o enviar a los hijos a la universidad. Las ganancias de las futuras canciones que escriba seguirán siendo suyas.

El lenguaje utilizado por entidades como Primary Wave, Hipgnosis y Royalty Exchange deja al descubierto la motivación puramente financiera de su inversión en la música de alabanza. En un comunicado de prensa, Primary Wave describió su adquisición del catálogo de Redman como uno que continuaría «fortaleciendo su posición en el mercado basado en la fe».

El listado de Royalty Exchange para la subasta de 2020 del paquete de activos que incluía «Lion and the Lamb» incluso nombró a CCLI como una «fuente de ingresos notablemente única y lucrativa», cuyas «ganancias son bastante estables año tras año». El listado también aclaraba que el 78 % de los ingresos del catálogo procedían de «Lion and the Lamb», y se refirió a la canción como «la estrella de esta colección».

Los inversores pueden tener o no interés en el aspecto espiritual de la música, pero como sus beneficios dependen de que las congregaciones sigan utilizando las canciones, tienen un interés financiero en lo que las iglesias cantan los domingos por la mañana.

Es demasiado pronto para saber cómo influirán las relaciones entre los inversores y los catálogos de los artistas en el futuro uso o la trayectoria de las canciones de adoración exitosas. Sin embargo, dado que los inversores están dispuestos a beneficiarse del uso continuado de unas canciones y no de otras, quienes tengan interés en un éxito concreto podrían buscar formas de reintroducirlo y mantenerlo fresco en la mente de los congregantes, mediante versiones de otros artistas [covers], nuevas grabaciones de artistas populares o arreglos novedosos.

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El mercado de los derechos de autor es solo un ejemplo de cómo los flujos de ingresos en la industria de la música de alabanza —y en la industria musical en general— han introducido nuevas partes interesadas, incentivos y presiones en el proceso. Para los artistas que son lo bastante populares como para atraer a grandes multitudes, las giras ofrecen la oportunidad de generar ingresos con menos interferencias de las discográficas y editoriales, que se llevan tajadas del trabajo grabado.

La industria cristiana refleja los incentivos financieros y las estructuras de la industria musical dominante, por lo que es lógico que los artistas cristianos dependan de las giras para obtener ingresos. A lo largo de las tres últimas décadas, a medida que los artistas de alabanza se han ido abriendo paso en los escenarios, las sedes para eventos más grandes han contribuido a que el público sea más consciente de la monetización de la industria. «Los oyentes cristianos se encuentran cada vez más con música de alabanza en contextos de entretenimiento que solían ser del dominio del pop/rock», escribió Mall.

La línea entre el entretenimiento y la adoración en estos contextos se ha vuelto más difusa, incluso cuando los artistas de gira enmarcan explícitamente las actuaciones como servicios o experiencias de adoración. Chris Tomlin, de gira en 2022 con Hillsong United, dijo a la Gospel Music Association: «Siempre digo que no hay nada como el sonido del pueblo de Dios, cantando las alabanzas de Dios, en la presencia de Dios, y poder experimentar eso noche tras noche es realmente un regalo».

Nombres famosos como Hillsong y Bethel organizan giras por estadios, a veces con paquetes VIP y experiencias como entrada anticipada, productos personalizados, asientos de primera y sesiones fotográficas. Y, al igual que Coldplay, Taylor Swift u otros artistas que se presentan en estadios, están sujetos a la reventa de entradas.

El año pasado, Elevation Worship tuvo que aclarar que una entrada de más de 1000 dólares en primera fila para su concierto no era el precio de etiqueta, sino un valor de reventa inflado.

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La gira 2022 Chris Tomlin-Hillsong United que se realizó en el Target Center de Minneapolis, el United Center de Chicago y el Banc of California Stadium de Los Ángeles, ofrecía inicialmente la opción de comprar entradas VIP, pero en respuesta a la reacción de los fans en internet, la gira eliminó la opción VIP y la sustituyó por dos niveles de «paquetes de experiencia».

Chris Tomlin en el escenario en la gira Tomlin United Tour que incluyó a Hillsong United, el 11 de abril de 2022.
Image: AP

Chris Tomlin en el escenario en la gira Tomlin United Tour que incluyó a Hillsong United, el 11 de abril de 2022.

La «Experiencia Tomlin-United» incluía un asiento cerca del escenario, acceso anticipado al recinto, una oportunidad de foto en la pasarela, una «oportunidad de compra de mercancía antes del espectáculo», una «experiencia íntima en el escenario con Chris Tomlin y United» y «artículos de regalo únicos diseñados específicamente para los clientes VIP por los artistas».

Los artistas cristianos suelen promocionar los conciertos de alabanza o las «experiencias de alabanza» como algo más que meras actuaciones, y el hecho de pronunciar un sermón o un mensaje breve puede hacer que el evento parezca un servicio religioso muy producido. Y a algunos les preocupa la perspectiva de pagar por asistir —o tener acceso VIP— a algo que se anuncia como un servicio de adoración.

«¿Deberíamos pagar alguna vez por asistir a un evento de adoración?», escribió el líder de adoración y compositor Tom Read, residente en el Reino Unido, en una columna para Premier Christianity sobre la gira Tomlin-United Tour en octubre de 2021. «Seamos honestos, hay una diferencia significativa entre pagar a un artista por su trabajo y comprar entradas VIP para poder tener una foto en una pasarela en un evento de adoración. Lo que es tan problemático aquí es aprovecharse de la adoración a Dios para la creación de fama y fortuna personales».

Winter Jam suele figurar entre las giras más populares de la industria musical en el primer trimestre del año. Los organizadores han mantenido bajos los precios de las entradas —solo 15 dólares en la puerta— con la esperanza de hacer de cada parada un acontecimiento evangelístico accesible. Pero quienes busquen una experiencia más exclusiva pueden adquirir acceso adicional uniéndose a Jam Nation, un club de fans escalonado con opciones para grupos e individuos.

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Los asistentes que se unan a Jam Nation Max por $149.99 dólares, la opción de más alto nivel, obtendrán un encuentro y una foto con We The Kingdom y el artista Jeremy Camp, asientos en una «sección reservada exclusiva», descuentos en productos, una camiseta y entrada anticipada.

La exitosa gira ilustra la creciente difuminación de la distinción entre la música cristiana creada para el escenario (como los éxitos radiofónicos) y la música de adoración. Winter Jam no se anuncia explícitamente como un concierto o una experiencia de adoración, pero el adoración y una presentación del Evangelio forman parte del evento. La gira de 2023 incluyó a las populares bandas de adoración Thrive Worship y We The Kingdom.

La creciente consolidación de la música de adoración contemporánea popular bajo un menor número de empresas —entidades como CCMG— significa que la industria tiene un mayor incentivo para promover la música de adoración y que los artistas más famosos tienen más posibilidades de obtener ingresos sólidos.

También significa que CCMG tiene un incentivo para conseguir un mayor acceso al mercado de la música cristiana, especialmente los que buscan música de adoración.

CCMG es propietaria de Worship Together, un recurso en línea para líderes de alabanza que promociona música nueva, publica blogs y podcasts y organiza una conferencia anual. En la conferencia de 2023 actuarán Hillsong United y Cody Carnes, ambos artistas de CCMG.

A pesar de la implicación de actores como CCMG en la promoción y comercialización de la música de adoración, Andrew Osenga tiene fe en el compromiso de los compositores de servir a la iglesia y en el sentido de los fieles de qué música pertenece a sus santuarios.

«No queremos cantar un producto», afirma Osenga, exmiembro del grupo Caedmon's Call. «Queremos cantar una canción que sea genuina».

No le preocupa el aumento de la inversión empresarial en la música de adoración porque tanto él como los artistas con los que trabaja siguen considerando la composición de música de adoración como una vocación y una práctica espiritual.

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«Se pueden ver intentos a corto plazo de monetizar [la adoración], pero se siente que vienen de fuera de la comunidad», reflexiona Osenga. «Es difícil fingir».

A principios de este año, el artista de adoración Dante Bowe le dijo a CT: «Si alguien se mete a escribir música cristiana por el dinero, está en el género equivocado», dado el riesgo y el sacrificio que implica.

«Muchos de ellos podrían escribir cualquier cosa o hacer cualquier cosa. Pero no lo han hecho», dijo Bowe, que antes cantaba con Maverick City Music y ahora está lanzando su propio sello. «Han tomado la decisión de servir a la iglesia a nivel local y mundial».

La consolidación bajo grandes conglomerados ofrece un nuevo acceso a la maquinaria de mercadotecnia y promoción de la industria musical, acceso que muchos en la industria han acogido con satisfacción.

Hace casi una década, la revisión de la industria realizada por la Gospel Music Association (GMA) promocionaba las asociaciones entre artistas cristianos y NASCAR, McDonald’s y Coca-Cola. La directora ejecutiva de la GMA, Jackie Patillo, expresó su optimismo ante la posibilidad de que el informe atrajera a nuevos socios comerciales al aportar pruebas fehacientes de que la música cristiana podía ser una herramienta eficaz de mercadotecnia. Desde entonces, no ha hecho más que aumentar su rentabilidad.

Pero el impulso de las asociaciones corporativas y los conglomerados musicales también ha ensanchado la brecha entre los creadores de éxitos en las listas de música de adoración y la gran mayoría de los compositores.

La mayoría de los compositores de música religiosa ven cómo sus derechos de autor disminuyen rápidamente a medida que sus canciones descienden en las listas del CCLI y dejan de utilizarse en las iglesias, si es que alguna vez llegan a ser tan populares. El CCLI tiene licencia para más de 450 000 canciones, la mayoría de las cuales nunca se han interpretado en un estadio ni se han escuchado en streaming cientos de miles de veces.

«Recibirás tu primer cheque por derechos de autor y quizá puedas llevar a tu mujer a tomar un café», dice Chris Juby, compositor de Resound Worship. «Sabes que lo has conseguido [el éxito] cuando el cheque paga una buena cena».

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Juby, gerente de Jubilate Hymns Ltd., con sede en el Reino Unido, y director de adoración, medios de comunicación y artes de King’s Church Durham, espera que la consolidación corporativa en la música cristiana afecte también al abanico de temas teológicos presentes en la alabanza y la adoración de la iglesia.

«Los cantos de adoración llevan tanta carga litúrgica en el contenido del servicio de culto», dijo. «La gama de [música] que podría tener éxito a través de esos canales es mucho más estrecha que la gama de lo que la iglesia debería estar cantando».

Jonathan Powers, profesor adjunto de adoración y decano asociado de la escuela de misión y ministerio del Seminario Teológico de Asbury, comparte la preocupación de Juby.

«Mucha gente está obteniendo su teología de la música», dijo Powers, que recientemente editó el himnario wesleyano Our Great Redeemer’s Praise. «Hay una piedad que se forma con la música en la iglesia: ideas sobre quién es Dios, qué hace Dios».

Cuando se deja en manos de la promoción de la industria y de las fuerzas del mercado, los fieles cristianos no suelen obtener una gama tan amplia de expresiones, temas y doctrinas como en la confección de un himnario.

«¿Cuántas canciones de lamento aparecen en el Top 100 del CCLI?» dijo Powers, resaltando que es fácil encontrar canciones de adoración o alegría, pero mucho más difícil encontrar canciones que reflejen el verdadero lamento y dolor. El servicio SongSelect de CCLI puede clasificar las selecciones por temas, con 8658 canciones asignadas a «adoración» y otras 19 914 a «alabanza». No hay categorías para lamento o luto; «tristeza» tiene 336 canciones, «llanto» 35.

«Con un himnario, somos muy intencionados. Queremos asegurarnos de que estos temas están cubiertos. Queremos enseñar nuestra doctrina. Queremos usar esto para decir: “Esto es lo que Dios es”», dijo Powers. «Nuestra relación con Dios, el carácter de Dios, todas estas ideas se están formando durante el tiempo de adoración, pero creo que es de manera muy limitada cuando el mercado lo está impulsando».

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Una parte importante de los fieles asisten ahora a iglesias en las que las letras de las canciones en las pantallas han sustituido a los himnarios, y la selección de canciones está influida por lo que los líderes escuchan en la radio, escuchan en internet y ven en las listas de éxitos de la CCLI.

Las canciones de adoración no generan dinero ni escalan posiciones en las listas de éxitos a menos que los líderes de las iglesias las consideren recursos teológicamente sólidos y valiosos. A medida que la industria busque ingresos estables, los expertos prevén que seguirá recurriendo a los compositores, artistas y marcas de alabanza que ya han demostrado ser rentables.

Así que, aunque se gane más dinero con las canciones de adoración, esta inclinación a ceñirse a lo que funciona reduce el modelo para nuevos artistas y canciones.

«Piensa en el limitado canon de canciones. Un testimonio limitado de la diversidad del Reino de Dios. Expresiones limitadas de la belleza, a causa de un sonido “moldeado por el mercado”», dice Nelson Cowan, director del Centro para la Adoración y las Artes de la Universidad de Samford. Los adoradores reconocen —y los líderes de adoración intentan recrear— el gancho de guitarra con retardo que Hillsong United perfeccionó poco después del año 2000 en canciones como «The Stand» y «Mighty to Save», y los estilos vocales distintivos de cantantes como Kari Jobe y Jenn Johnson.

«Este proceso de autorreplicación me resulta muy desalentador como líder de alabanza, pastor y teólogo», afirma Cowan.

La compositora Krissy Nordhoff, autora en 2010 de la exitosa canción «Your Great Name» («Tu gran nombre»), declaró a CT el año pasado que es más difícil que nunca que una canción llegue a oídos de alguien en el negocio, a menos que seas una figura reconocible o tengas contactos poderosos.

El modelo establecido por los líderes de adoración famosos se extiende al ámbito local, donde se espera que los líderes de adoración emulen todo, desde los efectos de guitarra y los estilos vocales hasta el atractivo físico y el gusto por la moda.

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«Hay una sensación muy real de que yo nunca podría ser un buen líder de alabanza porque no puedo llevar esa imagen», dijo Powers.

En el avivamiento de la Universidad de Asbury en febrero, vio a los estudiantes de la generación Z rechazar a artistas famosos para dar lugar a líderes de adoración «sin nombre». Ese compromiso con la oscuridad y la humildad es difícil de mantener cuando nos enfrentamos a una industria poderosa con un interés aún mayor en elevar el trabajo creativo de un artista, incluso si ese trabajo fue creado para la gloria de Dios y no para la suya propia.

Mientras las canciones de alabanza y adoración se convierten en activos en el mercado y los nombres asociados a ellas atraen a multitudes a los estadios, las congregaciones locales siguen adorando fielmente, haciendo uso de canciones que conectan con el corazón de sus congregantes como herramientas para cantar corporativamente alabanzas a Dios.

La canción «Lion and the Lamb» [«El León y el Cordero»] sigue ministrando a congregaciones como la de Jonathan Anderson cada semana. La canción tiene un significado especial para Anderson: fue una de las primeras que aprendió como nuevo líder de alabanza hace años. Ha pasado a formar parte de la rotación musical habitual de su iglesia.

Mientras trabaja en su primer álbum, espera grabar una versión de esa misma canción, ya que ha trascendido su conexión con cualquier artista o grabación en particular. En cierto modo, ahora le pertenece a él y a su iglesia.

Y, sin embargo, con cada uso en el servicio de adoración y cada reproducción en Spotify y YouTube, la canción sigue generando ingresos. Demuestra ser una inversión inteligente. El profundo impacto de la canción en sus creadores y en quienes la utilizan para la adoración es exactamente lo que la ha hecho rentable. La industria y los inversores están tomando nota.

Kelsey Kramer McGinnis escribe sobre música de adoración para CT. Es musicóloga y doctora por la Universidad de Iowa, especializada en música en comunidades cristianas.

Traducción y edición en español por Livia Giselle Seidel.

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