Owen Gingerich creció en un hogar menonita en las planicies de Kansas, y retiene mucho de la manera franca de hablar y humilde de su crianza. Ha pasado casi toda su carrera académica en Harvard, primero como estudiante y después como profesor de astronomía y de la historia de la ciencia. Ya jubilado, recientemente publicó God’s Planet [El planeta de Dios], que examina los descubrimientos científicos de Nicolás Copérnico, Charles Darwin, y el astrónomo Fred Hoyle. El libro usa la vida de estos hombres para considerar áreas de coincidencia entre la ciencia, la filosofía, y la religión que frecuentemente se pasan por alto en explicaciones científicas del mundo. El escritor principal de CT Tim Staffor habló con Gingerich sobre sus perspectivas sobre la relación entre la religión y la ciencia.

El libro God’s Planet usa el estilo de ‘narración de historias’ para poner su enfoque en estos tres personajes. ¿Por qué escogió ese estilo para un libro de ciencia?

El libro surgió de una serie de conferencias que dicté en la Universidad Gordon College. No sé cómo me pegó la inspiración, que pude centrar el libro en tres muy distintos personajes que tuvieron ideas transformativas que le llevó a la gente mucho tiempo para poder entenderlas. Mi primer capítulo hace la pregunta, “¿Estaba correcto Copérnico?” que la tierra gira alrededor del sol, en lugar de que el sol gire, alrededor de la tierra. El día de hoy, todo mundo diría, por supuesto que estaba correcto. Sin embargo, se tardaron 150 años para que una mayoría de la gente educada aceptara que la tierra se mueve a través del espacio. ¿Por qué? Hay una pregunta allí sobre cómo funcionan las ideas científicas dentro del contexto de toda una estructura de otras ideas.

He estado haciendo una gran cantidad de trabajo en otro libro sobre Darwin, The Divine Handiwork [La divina hechura]. Aún el día de hoy, sólo una pequeña mayoría de gente acepta su teoría de la evolución. ¿A qué se debe eso?

Y finalmente, para traer un ejemplo más contemporáneo, Fred Hoyle se hizo famoso al inició de su carrera al dar una plática extraordinaria en la radio británica (BBC, por sus siglas en inglés) donde demarcó su posición atea. Más tarde, hizo declaraciones de que no encontraba esa posición atea tan convincente. He estado fascinado por la posición cambiante de Hoyle, y me di cuenta al empezar a investigarla que Hoyle había escrito un buen número de cosas que indicaban su apertura a la idea de un creador del universo.

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Existen temas subyacentes que emergen de las historias de estos tres personajes: Cuando consideramos preguntas científicas, muchas otras ideas—aparte de la ciencia—nos ayudan a decidir lo que pensamos. Estas ideas se mezclan con la ciencia, algunas veces sin que nosotros nos demos cuenta.

Stephen Jay Gould pensaba sobre la ciencia y la religión como “magisterios que no se superponen”—La ciencia en un lado, la religión y la filosofía en el otro—que pueden tratarse amistosamente siempre y cuando cada una se mantenga en su territorio propio.

Entre más pensé sobre esa posición, más cuenta me di de que la ciencia y la religión se superponen. Necesitamos entender eso y usarlo para interpretar lo que la gente dice. La gente a veces hace declaraciones que suenas como declaraciones científicas, cuando en realidad pueden estar asociadas con un magisterio—ya sea con la religión o con algún otro tipo de estructura de autoridad—que está muy independiente de sus creencias científicas. Abordo dos ejemplos de este tipo al final de mi libro—la vida en otros mundos, y lo que se llama universos múltiples o meta-universo.

¿Por qué se llevó 150 años para que fuese aceptada la idea de Copérnico de que los planetas giran alrededor del sol?

Copérnico se enfrentó a un cierto marco de entendimiento. La gente de su día creía no tan sólo en una tierra muy joven, sino también en un universo centrado en Dios, con Dios no muy lejos de la tierra, habitando en un lugar en los cielos. Pon la tierra a girar y eso se vuelve desconcertante para personas que han vivido con un entendimiento que ha sido enteramente auto-evidente, es decir, que la tierra es muy sólida con la excepción del terremoto ocasional. No es que fuese tan esencial tener a la tierra en el centro; simplemente, a la gente le parecía que así era como eran las cosas.

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La manera típica en que se cuenta la historia, la gente religiosas estaba tratando de ahogar o desacelerar a la ciencia. ¿Es así como lee usted la historia?

Es interesante que el libro de Copérnico no se vio como una amenaza. No se puso en la lista de libros prohibidos sino hasta los días de Kepler y Galileo. La razón fue que se aceptó solamente como una hipótesis, como una manera de explicar los movimientos en los cielos, pero no como una descripción física real del universo. Se podían usar los procedimientos de Copérnico para calcular la posición de los planetas sin creer que la tierra verdaderamente estaba en movimiento.

Ese fue el caso hasta el tiempo de Kepler y Galileo, quienes empezaron a argumentar que no, esto es verdaderamente una realidad física. No sentimos el movimiento, pero nos encontramos sobre una plataforma móvil, y tiene mucho sentido para entender el movimiento de los planetas tomar a la tierra como una plataforma móvil. Repentinamente, esto se volvió algo muy desconcertante al retrato cristiano de un universo tierra-céntrico. Parecía arrojar dudas en la historia tal como se contaba en la Biblia. Y más allá de eso, si la tierra estaba girando en su axis cada 24 horas, ¿por qué no eran las personas arrojadas al espacio? No era que la gente estuviera encadenada a un retrato bíblico; estaban atados a lo que parecía ser un retrato lleno de sentido común.

La mitología popular dice que Galileo comprobó que la tierra se movía. Eso no es cierto. No era algo tan sencillo (hablando científicamente ) como lo hace parecer la mitología. El magisterio de la ciencia emergente estaba en competencia con otro tipo de magisterio lleno de sentido común—una manera en que la gente había entendido el mundo por un muy largo tiempo. Dicho pensar tenía el suficiente sentido que la gente no iba a renunciar a él rápidamente.

¿Y qué de Darwin? Parece ser que defensores y escépticos de su teoría de la evolución brotaron inmediatamente, y no han cambiado su posición desde entonces?

Me gusta contar la historia de Darwin en el HMS Beagle, zarpando rumbo a las Islas Galápagos. Allí puedes ver a un joven con sus ojos abiertos expectativamente, que no es doctrinario en ningún sentido de la palabra, que va en su marcha y que va haciendo todo tipo de observaciones de la historia natural y tratando de encontrar una explicación. La gente puede tener mucha simpatía por el Darwin joven mientras lo ve partir en este gran viaje marítimo. Si pueden los demás ver algo de lo que él ve, puede que piensen que Darwin estaba contando una historia de evolución porque tenía mucho sentido. Y tiene mucho sentido en especial entre mejor entendemos que la tierra ha existido por un tiempo muy largo, mucho más largo que lo que se creía en épocas históricas anteriores. Nada de eso de la evolución tiene mucho sentido a menos que cuentes con mucho tiempo para que transcurra. Es más fácil entender el argumento de Darwin si la gente puede empezar a entender que si verdaderamente el universo es muy antiguo, entonces mucha de la evidencia de Darwin se sostiene muy bien.

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Cuando habla de la amistad de Darwin con Asa Gray (de Harvard), usted sugiere que si Gray, quien era cristiano, hubiese usado términos como con un propósito o intencional, Darwin quizás hubiese hecho espacio en su teoría para un Dios creador. En lugar de eso, Gray usó la palabra diseño, que Darwin rechazó. ¿Puede hablar sobre “diseño” y las dificultades que ese término crea?

En una ocasión tuve una discusión con Mortimer Adler, el filósofo, que menciono en God’s Planet. El objetaba al uso de la palabra “diseño” porque creía que iba en contra del libre albedrío. Pude ver su punto de vista. En mi libro anterior, God’s Universe [El universo de Dios], pregunté, “¿Se atrevería un científico a creer en un diseño? Debí haber preguntado si puede un científico creer en un propósito. Adler tomó “diseño” como si significara un patrón pre-ordenado que va a terminar al fin en su arreglo destinado pase lo que pase. Eso iría en contra de la libertad en el universo, o de la libertad humana.

Escribí en God’s Universe que creo en el diseño inteligente, con la d en minúscula y la i en minúscula también, pero estoy en contra del movimiento denominado Diseño Inteligente. Me parece que es un intento por probar científicamente la existencia de Dios, cosa que la ciencia no está equipada para hacer.

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¿Por qué piensa que Darwin hubiera aceptado lenguaje como con propósito o intencional?

Porque Darwin siempre se paraba sobre el filo del cuchillo en esos asuntos. Escribía, “estoy todo hecho un lío en esto.” Titubeaba. Yo diría que Darwin era un persona que pensaba muy bien las cosas. Con una palabra diferente en juego, quizás hubiera pensado diferente sobre Dios y la evolución.

¿Y qué de Fred Hoyle?

La historia de Hoyle nos trae al tema del “ajuste de precisión” en el universo. Esta es la idea que apareció en el siglo veinte, de que muchos constantes físicos de la naturaleza parecen estar singularmente afinados para permitir la existencia de vida inteligente en la tierra. Hoyle cambió de pensar sobre la posibilidad del ateísmo después de descubrir cómo los elementos más pesados podían ser construidos en el centro de las estrellas en desarrollo. El carbono, en particular, que es algo necesario para todo lo viviente (hasta donde sabemos), sólo puede ocurrir en abundancia si el átomo de carbono tiene lo que se llama un nivel de resonancia en exactamente el lugar correcto. Hoyle lo pronosticó, y fue descubierto experimentalmente que era exactamente cómo él lo había pronosticado. Ese fue uno de los ejemplos de “ajuste de precisión,” y le hizo reconsiderar su compromiso anterior con el ateísmo.

La teoría de universos múltiples (que hay una posibilidad infinita de universos gobernados por diferentes leyes físicas) es un intento por escapar la lógica del “ajuste de precisión.” Pero esto parece estar tan más allá de la física que le llamo a toda la idea metafísica. Los universos múltiples son una especulación maravillosa y salvaje. Es un ejemplo donde la ciencia se ve coloreada por las creencias personales, incluyendo nuestros sentimientos religiosos e irreligiosos.

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