En términos generales, los estadounidenses apoyan la libertad religiosa. No obstante, están profundamente polarizados acerca de hasta dónde debe extenderse el derecho natural y constitucional de los individuos a responder a sus concepciones de lo divino. Y, desafortunadamente, los estadounidenses tienden a ser reacios a extender la libertad religiosa con amplitud, sobre todo a puntos de vista que no les agradan.

Creo que eso es triste. La libertad religiosa es para todos y debe ser apreciada por todos. También es irónico —como argumento en mi nuevo libro, Religious Liberty in a Polarized Age— porque históricamente, el propósito social central de la libertad religiosa era reducir el miedo y la ira que sienten las personas cuando se les amenaza con ser sancionadas por vivir de acuerdo a su devoción religiosa. [Los enlaces de este artículo redirigen a contenidos en inglés].

El miedo y la ira produjeron ciclos de represalias violentas en la Europa de los siglos XVI y XVII entre los protestantes, y entre católicos y protestantes. En respuesta, los estadounidenses adoptaron los principios de la libertad religiosa. El padre fundador James Madison lo llamó el «verdadero remedio» para la «enfermedad» de los conflictos religiosos y su amenaza para «la salud y la prosperidad» de la nación.

Afortunadamente, los conflictos actuales entre progresistas y conservadores son menos violentos. Sin embargo, también vemos ciclos de coerción, miedo, resentimiento y represalias. También vivimos en una época en la que la respuesta de las personas a las «preocupaciones fundamentales» varía mucho y, a menudo, son entendidas como contradictorias. Los progresistas a veces buscan obligar a las personas o grupos religiosos conservadores a apoyar los matrimonios entre personas del mismo sexo o los procedimientos transgénero en violación de sus conciencias. Los cristianos conservadores a veces buscan asegurar privilegios para el cristianismo, forzando el reconocimiento de parte de aquellos que no son cristianos. Y las religiones minoritarias, en particular el islam y las religiones de los nativos americanos, a menudo encuentran que sus prácticas religiosas son severamente restringidas, vigiladas, e incluso tratadas con sospecha.

La libertad religiosa puede ser una respuesta a la polarización que empuja a las personas cada vez más hacia campos opuestos y hostiles. Puede contrarrestar ciclos de miedo y represalias en una sociedad donde las personas creen cosas diferentes. Pero, para lograr esto, la libertad religiosa debe tener tres características.

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En primer lugar, debe ser fuerte. Debe proteger la capacidad de las personas, no solo de tener determinadas creencias, sino también de vivirlas de manera consistente. Esto tiene que incluir entornos públicos, incluidas las escuelas, los servicios sociales y el lugar de trabajo.

En segundo lugar, la libertad religiosa debe ser igual para todas las religiones. La libertad religiosa solo tiene sentido si protege a quienes necesitan protección. Esto incluye a los conservadores religiosos, cuando las personas son hostiles hacia ellos. Y también incluye a musulmanes, sijes, testigos de Jehová y todos los demás.

Finalmente, la libertad religiosa debe considerar otros intereses importantes que compiten entre sí, incluidos los intereses de no discriminación. Proteger la libertad religiosa reducirá el sufrimiento y el miedo, pero esto no sucederá si llega al extremo de permitir serias imposiciones sobre los demás. Con un análisis cuidadoso, los tribunales, las legislaturas y los órganos administrativos pueden llegar a conclusiones que maximicen estos objetivos.

Cada vez hay más pruebas de que una fuerte libertad religiosa puede obtener apoyo bipartidista si es definida y defendida con imparcialidad y con sensatez. La académica y defensora Asma Uddin, quien enfatiza que los musulmanes y los evangélicos tienen intereses comunes en torno a la libertad religiosa, describe cómo el politólogo Andrew Lewis encuestó a 1100 personas en 2018 sobre si apoyarían el derecho de un proveedor a negarse a diseñar un pastel de bodas para personas del mismo sexo.

Los liberales se opusieron a ese derecho, descubrió Lewis, pero fueron menos reacios cuando se les presentó primero el caso de un camionero musulmán que decidió negarse a entregar cerveza o alcohol (es decir, cuando fueron «preparados»). Fueron más receptivos al reclamo evangélico, en palabras de Uddin, «una vez que vieron el problema desde la perspectiva del caso de la libertad religiosa de los musulmanes», es decir, una vez que se dieron cuenta de que el mismo principio defiende a una minoría con la que simpatizan.

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El apoyo a las demandas de libertad religiosa también crece cuando se aclaran los factores limitantes clave de los casos. Por ejemplo, con respecto a las pequeñas empresas y las bodas entre personas del mismo sexo, el Instituto de Investigación de Religión Pública (PRRI, por sus siglas en inglés) le pregunta a los encuestados en términos generales si las empresas deberían poder «negarse a proporcionar productos o servicios a personas homosexuales o lesbianas» y encontró, como era de esperarse, que claramente una mayoría de hasta el 65 por ciento «se ha opuesto consistentemente» a esa premisa. Pero cuando Becket Fund preguntó si un proveedor puede rechazar una actividad específica relacionada con las bodas, (por ejemplo, un restaurante judío ortodoxo que se niega a atender una recepción, o un diseñador de sitios web que se niega a crear un sitio de bodas), encontró que alrededor del 70 por ciento apoya la libertad religiosa. Y, en los casos reales, ha sucedido que involucran servicios específicos. Los que acudieron a los tribunales, de hecho, proporcionaron otros «productos y servicios a personas homosexuales o lesbianas».

Hay más evidencia de que la libertad religiosa puede contar con un amplio apoyo incluso en este período actual de polarización. El último año se han visto dos casos alentadores de un apoyo bipartidista a la libertad religiosa.

En primer lugar, el bipartidismo prevaleció cuando el Congreso aprobó la Ley de Respeto al Matrimonio [Respect for Marriage Act] en diciembre de 2022. La ley protege a los matrimonios civiles entre personas del mismo sexo y exige que los estados reconozcan los matrimonios contraídos en otro estado. Esa es una póliza de seguro para parejas del mismo sexo que temían que la Corte Suprema pudiera anular su decisión Obergefell, que sostenía que los estados deben reconocer los matrimonios entre personas del mismo sexo. Simultáneamente, la ley protege a las organizaciones religiosas con objeciones al matrimonio homosexual. Deja claro que no disminuye sus derechos ni su elegibilidad para los beneficios del gobierno; también reconoce que las creencias tradicionales sobre el sexo y el matrimonio se basan en premisas «decentes y honorables» y «merecen el debido respeto». El Congreso protegió los matrimonios entre personas del mismo sexo y dejó registro de su rechazo a la equiparación de las creencias en el matrimonio entre hombres y mujeres con las creencias racistas contra el matrimonio interracial.

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Algunos conservadores religiosos encontraron estas protecciones insuficientes y se opusieron a la ley. Pero predigo que los opositores terminarán usando estas disposiciones para reforzar la protección de sus propias organizaciones.

En segundo lugar, una Corte Suprema unánime sostuvo en junio que la ley federal requiere que los empleadores se adapten a las prácticas religiosas de los trabajadores, a menos que dicha adaptación cause costos «sustanciales» o interrumpa las operaciones del empleador. La decisión, Groff v. Dejoy, rechazó un estándar mucho más débil que muchos tribunales habían articulado durante décadas. Groff fortalecerá la protección para todas las religiones: cristianos o judíos que se oponen a trabajar en sábado; musulmanes que buscan descansos razonables para realizar sus oraciones diarias; sijes y otros que requieren permiso para usar barbas o tocados religiosos. El caso involucró a un cristiano, pero la decisión protegerá efectivamente la práctica religiosa de muchas, muchas personas, incluidas las de las religiones más marginales de la sociedad. Es exactamente el tipo de decisión que nos permite vivir juntos, aunque tengamos diferencias significativas.

Por supuesto, quedan muchos casos de división aguda. El bipartidismo en la Corte se desmoronó en 303 Creative v. Elenis, donde una mayoría de 6 a 3 sostuvo que la diseñadora de sitios web Lorie Smith podía negarse a proporcionar sitios web para bodas entre personas del mismo sexo y seguir brindando sus servicios para bodas entre hombres y mujeres. Debido a que los sitios de bodas personalizados de Smith celebran cada matrimonio específico, dijo el Tribunal, exigirle que creara sitios para bodas entre personas del mismo sexo la obligaría inconstitucionalmente a expresarse de manera inconsistente con sus creencias, o bien renunciar a una fuente importante de negocios.

La decisión es correcta, aunque analizarla requiere cierto cuidado. En mi libro argumento que, al sopesar los intereses de la Primera Enmienda y la no discriminación, los tribunales y las legislaturas deben brindar una amplia protección a las organizaciones sin fines de lucro con base religiosa. Tales organizaciones notifican sus creencias y requerimientos a posibles clientes o empleados en materia religiosa y, en la mayoría de los casos, esas personas pueden encontrar alternativas.

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Las pequeñas empresas que brindan bienes y servicios ordinarios también merecen protección, porque las personas tienen un fuerte interés en vivir de acuerdo con sus creencias en sus lugares de trabajo y en sus profesiones, ya que ocupan gran parte de su tiempo, energía e identidad. Pero las protecciones deben ser más estrechas y cuidadosamente definidas. También es importante que todas las personas tengan acceso a bienes y servicios sin la inseguridad constante de que los proveedores puedan rechazarlos. Y los rechazos pueden ocurrir más a menudo porque los proveedores comerciales ordinarios, a diferencia de las entidades religiosas, no notifican que sus creencias pueden afectar la provisión de bienes o servicios.

Por lo tanto, yo argumento que las exenciones comerciales deben limitarse a las pequeñas empresas, las cuales involucran personalmente al individuo creyente que se opone solo a una práctica específica y no a servir a las personas LGBT en general, donde existen muchos proveedores alternativos. En estos casos, los intereses de la Primera Enmienda están en su punto más fuerte, y los intereses de no discriminación están lejos de ser los más fuertes.

Smith, la diseñadora de sitios web, encajaba en esa categoría. El estado estipuló que ella proporcionaría sitios web específicos y personalizados que celebraran el matrimonio de cada pareja en particular; en este caso, una regla de no discriminación la obligaría a entrar en conflicto con sus creencias. El estado también estipuló que ella debería proporcionar sitios web para clientes LGBT que no estuvieran relacionados con bodas, y que había «numerosos» proveedores alternativos de sitios de bodas para tal caso.

Smith prevaleció con razón. Pero las exenciones comerciales deben definirse cuidadosamente, y la opinión de la Corte se quedó corta en un par de aspectos. Un ejemplo significativo: debido a que Smith demandó antes de ingresar al negocio de las bodas, no hubo un registro completo de litigios sobre el grado de expresividad de su trabajo, sino solo las estipulaciones de que sería «expresivo» y «hecho a la medida». Eso dificulta sacar conclusiones de lo que significa la palabra «expresivo» en casos futuros, como para un vestido de novia o un diseñador de joyas.

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Además, aunque existían numerosos proveedores alternativos, la Corte no dijo expresamente que esto fuera necesario para su decisión. El problema podría ser importante en áreas rurales con proveedores limitados, donde una negativa podría limitar significativamente el acceso de una pareja a ciertos servicios nupciales.

La resolución 303 Creative es correcta, pero es posible que las decisiones posteriores deban moderar algunos de sus pasajes para garantizar que no socave las leyes contra la discriminación en general.

Las reglas de no discriminación con exenciones religiosas significativas pueden proteger a ambas partes en nuestros debates polarizados y reducir su sensación de amenaza. La Ley de Respeto al Matrimonio enseña que es más probable que se obtenga una protección para los reclamos de mi parte si también hago lugar para los de la otra parte. Los conservadores pueden apoyar que las personas LGBT merecen igualdad de trato en muchos contextos (empleo, vivienda, servicios comerciales, etc.) sin estar de acuerdo con su comportamiento. Los progresistas pueden apoyar la libertad religiosa en muchos contextos sin estar de acuerdo con los puntos de vista conservadores.

Las leyes de igualdad transgénero se complican por otros problemas: los efectos en la práctica de deportes femeniles y la operación de los refugios para mujeres víctimas de violencia doméstica, así como las intervenciones médicas antes de la adultez. Pero las preocupaciones por la libertad religiosa no tienen por qué bloquear la promulgación de leyes fundamentales contra la discriminación, si, y solo si, existen exenciones religiosas significativas.

De esta y otras formas, la libertad religiosa puede volver a cumplir su propósito histórico de reducir el sufrimiento, el miedo, el resentimiento y el conflicto.

Thomas C. Berg ha abogado por la libertad religiosa de los cristianos evangélicos y otras religiones durante tres décadas. Imparte clases en la Facultad de Derecho de la Universidad de St. Thomas (Minnesota), donde dirige la Religious Liberty Appellate Clinic.

Traducción por Sergio Salazar.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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