Leonardo De Chirico ha venido sosteniendo una disputa con el gobierno italiano sobre las «características intrínsecas» de los edificios religiosos.

El pastor evangélico insiste en que Breccia di Roma (Brecha de Roma), situada en un sencillo escaparate a un kilómetro del Coliseo, es una iglesia. Los cristianos se reúnen allí regularmente para orar, alabar a Dios y escuchar la predicación de la Palabra. Sin embargo, la autoridad tributaria nacional ha observado que el espacio multifuncional, que también alberga una biblioteca teológica y un centro de capacitación misionera, no tiene los techos abovedados, las vidrieras, el altar elevado, las velas ni las estatuas de santos que suelen asociarse a las iglesias del país, de mayoría católica, y por tanto no puede acogerse a las exenciones fiscales religiosas.

«Los argumentos son tontos y pobres», dijo De Chirico a CT. «Las fotos que mostraron eran de edificios impresionantes, pero nosotros demostramos que las salas de oración musulmanas son sencillas y que algunas iglesias católicas se reúnen en tiendas. Las sinagogas se parecen a nuestro espacio. Y todas ellas están exentas de impuestos. No pedimos privilegios. No pedimos algo que otros no tengan».

Este conflicto se viene desarrollando desde 2016. Un tribunal inferior tomó partido por la Iglesia Bautista Reformada, pero la autoridad fiscal presentó una apelación. Ahora el caso está en manos de la Corte Suprema de Italia.

Pero la exención fiscal no es el desacuerdo más grave que De Chirico tiene con los italianos sobre lo que es una iglesia. En 2014, escribió un documento en el que criticaba al papado. En 2021, el pastor reformado y presidente de teología de la Alianza Evangélica Italiana escribió un libro en el que argumentaba que el «marco teológico del catolicismo romano no es fiel al evangelio bíblico».

Por eso le frustró, por decirlo suavemente, que Thomas Schirrmacher, jefe de la Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés), se uniera en septiembre a una vigilia ecuménica de oración en la Plaza de San Pedro del Vaticano. Le pareció que el secretario general de la asociación evangélica mundial estaba abrazando el liderazgo espiritual del Papa Francisco y respaldando una visión de la unidad que no tiene fundamento en el Evangelio [enlaces en inglés].

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«Cuando oras con alguien en público, estás diciendo que las diferencias entre nuestras teologías son meras notas a pie de página», afirmó De Chirico. «El diálogo es bienvenido, pero hay diferencias fundamentales que no podemos olvidar ni ignorar».

En octubre, la Alianza Evangélica Italiana criticó públicamente a Schirrmacher, diciendo que el líder evangélico había «traspasado una línea». La Alianza Evangélica Española emitió una declaración similar al mes siguiente.

«No es fácil defender que los evangélicos no inclinamos la cabeza ante el Papa cuando el secretario general de la WEA sí lo hace», decía la declaración evangélica española. «Consideramos necesario expresar públicamente nuestro rotundo rechazo a su participación en ese evento y a la forma en que actuó».

Durante la mayor parte de la historia de los evangélicos, la relación con los católicos en Europa se ha definido por el rechazo, la distinción, el antagonismo y el acoso. Retrocede lo suficiente, y esa historia incluye mártires, juicios por herejía y ejecuciones públicas.

De hecho, la primera Alianza Evangélica se organizó en el siglo XIX para oponerse al establecimiento estatal de la religión y a la supresión católica de las conversiones. El grupo montó su primera campaña pública en 1851 para liberar a dos protestantes encarcelados en Italia. Una pareja fue declarada culpable de impiedad tras chocar con las autoridades de Florencia sobre las características intrínsecas de la fe cristiana.

No obstante, en las últimas décadas esa relación ha cambiado sustancialmente. La preocupación por el comunismo durante la Guerra Fría, y por el secularismo y la pluralización religiosa en el siglo XXI, así como por las reformas del Concilio Vaticano II, han llevado a muchos evangélicos europeos a ver a la Iglesia Católica Romana como una amiga y una aliada.

Italia, España y otros países de mayoría católica ya no tienen sistemas religiosos estatales. Sin embargo, a menudo la Iglesia Católica sigue gozando de privilegios legales. Y establece las normas de lo que los funcionarios reconocen como «religioso», haciendo la vida difícil a la minoría evangélica.

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La dirección de la WEA reconoce que las relaciones entre evangélicos y católicos pueden ser un tema muy delicado. Pero la organización también ha insistido en que el diálogo y la colaboración intraconfesionales en curso sobre cuestiones como la libertad religiosa no han «cambiado, traicionado ni comprometido los principios teológicos de la WEA».

En los países mayoritariamente católicos, sin embargo, muchos evangélicos europeos todavía se ven en la necesidad de distinguir puntos de diferencia, en parte porque todavía están luchando por un reconocimiento básico. A veces, eso parece un conflicto con un funcionario que tiene una idea muy específica de cómo es una iglesia. Otras veces, la lucha es contra amplias suposiciones culturales sobre lo que incluso cuenta como «religión».

En lugares como Irlanda, «los evangélicos ni siquiera aparecen en la escena», dijo Bob Wilson, un plantador de iglesias en Dublín apoyado por Communitas International. «En el pasado, cuando todo el mundo iba a la iglesia, todo el mundo iba a la Iglesia Católica Romana. Ahora, cuando nadie va a la iglesia, nadie va a ninguna iglesia».

Irlanda es oficialmente laica desde que en 1972 se aprobó una enmienda a su constitución con un apoyo abrumador.

Pero la influencia de la Iglesia Católica Romana sobre la cultura es bastante pronunciada. Las expectativas y normas sociales —desde cómo debe lucir una familia hasta cómo debe verse un ministro— están establecidas por la iglesia católica.

Esto puede complicar la vida de los evangélicos, especialmente los plantadores de iglesias, pastores y misioneros. Él lucha a veces por convencer a la gente de que realmente es un ministro.

Él recuerda que hace unos años acabó en un pub de Dublín intentando explicar lo que significaba ser plantador de iglesias. Él recuerda que realmente esperaba poder crear un espacio seguro en el pub para hablar de Jesús.

No salió como él esperaba.

Cortésmente, un hombre inclinó un tarro de cerveza en dirección a Wilson y le dijo: «Sabes, la gente normal de Irlanda pensaría que estás completamente loco».

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Sin embargo, no todo el mundo ha respondido así. Wilson se ha sentido alentado al ver que algunos católicos desafectos encuentran el camino hacia su iglesia y descubren una forma diferente de tener fe en Cristo. Pero va despacio.

«Se trata de construir relaciones», dijo Wilson, «y eso es algo que hay que hacer persona a persona».

Felipe Lobo Arranz, pastor evangélico luterano, dijo que en España ocurre algo parecido. Según los datos demográficos, el país tiene dos tercios de católicos. Pero la realidad es que muchos de ellos son laicos. Él dice que no se toman en serio su catolicismo, si bien este sigue influyendo en sus firmes opiniones sobre cómo debe ser el cristianismo.

Sin embargo, Arranz encuentra formas de usar eso. A menudo, en su labor evangelizadora en la ciudad costera de Alicante, se encuentra a sí mismo apelando a los ideales de los españoles desafectos y desilusionados.

Él dijo: «Este es un país que sabe cuándo algo es bueno y verdadero». «Los españoles admiran a los humildes: gente que hace el bien y se relaciona con los demás como verdaderos amigos».

Como misionero, Arranz pasa la mayor parte de su tiempo hablando con los demás con «buena comida y buena bebida». Él entabla relaciones, se involucra en la vida de la gente y ve cómo la gente se abre poco a poco a las conversaciones sobre el Evangelio.

«Al cabo de mucho tiempo, te acogen en el sancta sanctorum español para hablar de lo divino», dice Él, «pero es necesario calentar el horno de la verdadera amistad durante mucho tiempo para llegar allí».

Así ocurre también en Italia. Aunque De Chirico ha tenido que llegar a los tribunales y cree que es importante criticar públicamente la teología católica, ése no es su principal trabajo como pastor evangélico.

Él predica y cuida de su congregación de unos 60 miembros, como lo ha hecho desde 2009, y como lo hizo antes durante doce años en la ciudad septentrional de Ferrara. Él se relaciona con la población local: sacerdotes, profesores de los seminarios católicos cercanos, estudiantes internacionales y personas que viven en Roma.

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La iglesia sirve también como centro de capacitación para pastores y plantadores de iglesias y como una especie de centro para evangélicos de todo el país.

«No hay ninguna amenaza física, ninguna oposición feroz en el sentido de cerrar iglesias ni nada parecido», dijo De Chirico. «Simplemente nos está haciendo la vida difícil».

Y aunque el ministerio es más difícil de lo que tiene que ser, los evangélicos de los países de mayoría católica solo tienen que ser fieles a ese llamado, dijo.

«En un contexto minoritario como Italia siempre hay que ir paso a paso, o piano, piano, como decimos nosotros».

Ken Chitwood es un estudioso de la religión global que vive y trabaja en Alemania.

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