Hace casi dos décadas, Fikiru se unió a un grupo de oración y estudio de la Biblia en su ciudad natal en África Oriental, una experiencia que lo llevó a aceptar a Cristo como su salvador personal. Pero Fikiru pronto descubrió que otros cristianos de la zona se oponían vehementemente a su conversión y a la del resto de su comunidad. Tras varios meses, estos cristianos acusaron a los demás de blasfemia, obligaron a sus cónyuges a divorciarse de ellos, a sus familias a desheredarlos y, en algunos casos, los golpearon y los mataron.

En los días posteriores a esta persecución, varios miembros del personal de Puertas Abiertas [Open Doors], el grupo mundial de activismo y defensa en materia de persecución contra los cristianos, pasaron por allí un domingo.

«Nunca los habíamos visto antes», dijo Fikiru. «Nunca habíamos oído hablar de ellos».

Pero Puertas Abiertas había oído hablar de su iglesia y de lo mucho que estaban sufriendo. Trajeron consigo un mensaje sencillo para Fikiru: no estás solo.

Al cabo de un par de años, Fikiru (CT utiliza un seudónimo por motivos de seguridad) aceptó un trabajo en Puertas Abiertas.

«Intento devolver el amor y la preocupación que me mostraron cuando yo mismo era un creyente perseguido», dijo el analista de investigación para África Oriental que abarca desde Eritrea hasta Mozambique. «Hago este trabajo con pasión y espíritu».

Fikiru habló recientemente con Morgan Lee, editora gerente global para CT sobre cómo verifica los hechos de las denuncias de persecución, el sorprendente impacto que este trabajo ha tenido en su fe y cómo cuida a los miembros del personal que están agotados por este trabajo.

¿Cómo ayudas al personal que está agotado o ha sido traumatizado de segunda mano al escuchar tantas historias de devastación, destrucción y violencia?

Oración. Uno de nuestros valores fundamentales hace hincapié en que somos personas de oración. Sabemos que servimos al Señor y que estas personas sufren por su fe. No caminan solas, y nuestro Señor siempre estará con ellas. Conocer esta verdad nos animará siempre a seguir caminando. Entregamos todas nuestras cargas y desafíos [delante de Él] para que Él intervenga.

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También ofrecemos sesiones informativas para el personal y los ayudamos a poner en marcha planes de autocuidado. A nuestro personal de primera línea, es decir, aquellos que interactúan directamente con creyentes perseguidos, los animamos a diario a encontrar comunidad en el ministerio y en nuestras oficinas. Es importante tener gente a tu alrededor que comprenda y comparta las cargas que llevamos en nombre de la iglesia perseguida, porque no hay mucha gente que comprenda o comparta estas cargas.

Los tiempos devocionales regulares en las oficinas y departamentos, y la oración regular también apoyan al personal que puede estar luchando con un evento o con un incidente de persecución. No puedes hacer este trabajo y no tener algunas preguntas difíciles para Dios; pero afortunadamente, Él es paciente y misericordioso con nosotros y, a medida que nos revela cómo está obrando todas las cosas para su bien, nuestra fe y nuestra relación con Dios se fortalecen.

¿Qué aspecto de tu trabajo ha sacudido tu fe?

Como nosotros escuchamos acerca del sufrimiento interminable de nuestros hermanos y hermanas, a veces tenemos momentos en los que nos sentimos abatidos emocionalmente. (Entre los peores están los casos de violencia sexual contra mujeres jóvenes y el maltrato a ancianos vulnerables). Pero no se trata de nosotros. Se trata de la Iglesia que sufre. A veces podemos sentir que el trato injusto que reciben nuestros hermanos cristianos es demasiado. Pero sabemos que son fuertes y fieles. La manera en la que muestran resiliencia nos anima a seguir caminando con ellos.

¿Cómo contribuye tu trabajo a la Lista Mundial de la Persecución de Puertas Abiertas?

Anualmente, recopilamos datos sobre la persecución en todos los países de nuestra región y los analizamos, integrando esta información con las perspectivas de distintos líderes y expertos de todo el país. Puntuamos a cada país en una serie de categorías y luego lo enviamos al centro [de procesamiento] mundial, donde utilizan nuestro análisis para dar a cada país una puntuación final. [Nota del editor: Puedes leer más sobre la metodología de Open Doors en inglés aquí, o una versión abreviada en español aquí].

Cuando recopilamos datos, intentamos disponer de información diversificada. Queremos que nuestros colaboradores nos den perspectivas de contextos específicos de todo el país en lo que se refiere a la persecución, y no basarnos solo en uno o dos individuos. Por supuesto, el número de colaboradores variará según el tamaño del país, ya se trate de Etiopía, con 120 millones de habitantes, o de Yibuti o Comoras, países que tienen menos de un millón de habitantes. Muchos son líderes de iglesias o profesionales, así como personas que tienen experiencia en una amplia gama de cuestiones del país.

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Después de recopilar los datos y recabar información, no desaparecemos. Vamos a los afectados por la persecución y les decimos: «Esto es lo que nos dice la Biblia, y así es como vamos a responder a ello. Y no están solos». No queremos que el enemigo los desanime para que se retracten de su fe.

¿Cómo verificas la información?

Dos cosas son importantes para nosotros en Puertas Abiertas: en primer lugar, queremos mostrar nuestro amor, compromiso y preocupación por los creyentes que sufren; en segundo lugar, queremos asegurarnos de que nuestra información es exacta y oportuna.

Cuando se trata de incidentes concretos, tenemos que determinar si se hicieron realmente con el propósito de atacar o negar los derechos de los cristianos a vivir en igualdad de condiciones con sus conciudadanos.

Así que, como he dicho antes, intentamos cotejar y diversificar nuestras fuentes. Revisamos la investigación existente sobre un país, incluidas las fuentes primarias y secundarias. Acudimos a nuestros colaboradores. Hay ocasiones en las que pueden presentarnos nueva información o contexto en un país determinado. No nos precipitamos. Intentamos comprender realmente lo que ocurrió y por qué.

Esto es un reto porque los gobiernos y otros responsables de la persecución intentan poner en duda la información diciendo que no conocemos el contexto. Por supuesto, la mayoría de los perseguidores no dirán que persiguen a los cristianos a causa de su fe. Por eso examinamos una situación desde tantos ángulos. Queremos ser precisos y asegurarnos de que se trata de algo que ha ocurrido a causa de la fe en Cristo. No podemos decir que el país trata de tal o cual manera a sus ciudadanos cristianos si no hemos hecho una evaluación exhaustiva.

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Aunque hacemos hincapié en la exactitud y la calidad, también intentamos ministrar a estas personas que realmente están sufriendo persecución, y también buscamos mostrarles amor.

¿Cuál es la parte más difícil de tu trabajo cuando se trata de recopilar y verificar la información?

Proteger la seguridad de nuestras fuentes es un reto. Queremos tener tanta información como sea posible, y queremos que esté corroborada por diversas fuentes. Pero estos objetivos también conllevan el riesgo de exponer a las personas.

En última instancia, la mayoría de los datos están disponibles para ayudar a analizar la situación en un país, pero hacer públicos los detalles del incidente es demasiado peligroso. En algunos de los contextos, puede que parezcamos herméticos y como que no entramos en más detalles porque nos preocupan nuestras fuentes.

Queremos contar los testimonios de aquellos creyentes que nos contaron una historia entre lágrimas y que están compartiendo algo que te conmoverá para que se lo cuentes al resto del mundo. Pero cuando haces eso, puede causarles un dolor adicional.

Lo que sí quiero que entiendan los lectores cuando lean este informe es que todas estas cifras son de personas que son cristianas: madres, hermanos, padres e hijos que se enfrentan a la vida cotidiana con incertidumbre. Los números y las cifras te están hablando de las lágrimas de tu hermano o hermana en una parte del mundo a quien no se le permite simplemente practicar su propia fe. Yo animaría a la gente a pensar en ellos, a hablar de ellos y a orar por ellos.

¿Qué tipo de impacto ha tenido tu trabajo en tu fe?

Aliento. La gente nos hace a menudo esta pregunta a mí y a mis colegas porque estudiamos y oímos historias tristes de nuestros hermanos y hermanas.

Cuando conoces a estos valientes hombres y mujeres de Dios que son perseguidos solo por su fe, solo porque se identifican con otra forma de fe aparte del grupo religioso dominante, cuando comparten contigo una historia tras otra, y cuando terminan y te dicen, a pesar de todo esto: «Estamos contentos de conocer a Cristo y seguiremos adorándole, aunque nos nieguen nuestros derechos, nos ataquen físicamente o nos maten, confisquen o destruyan nuestras propiedades; todo ello nos hará más fuertes. No renegamos de nuestra fe», obtenemos valor y motivación en nuestra vida personal y en nuestro ministerio.

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A veces pensamos que estamos en un lugar mejor, pero estas personas en ese contexto son muy fuertes. Tenemos mucho que aprender de ellos.

¿Qué casos de persecución contra cristianos en África Oriental te gustaría compartir de manera especial?

Permítanme empezar por Mozambique, donde los cristianos se enfrentan a amenazas diarias del extremismo islámico. El grupo quería establecer el Estado Islámico en el norte del país y han tomado como objetivo al gobierno, a los soldados y a los propios musulmanes moderados.

Los cristianos son un objetivo, porque cuando atacan, el Estado Islámico primero verifica cuál es tu fe. Si se enteran de que eres cristiano, te atacarán duramente. Esta situación ha dificultado la vida normal de los cristianos, y muchos de ellos se han visto desplazados. Como saben que la insurgencia los atacará, muchos se han marchado en masa. Miles y miles de cristianos han huido, junto con musulmanes moderados.

En Eritrea, los cristianos se enfrentan desde hace más de 20 años a una grave persecución. Los cristianos eritreos no pueden reunirse y orar; no pueden confesar abiertamente su decisión de seguir a Cristo. Si son encarcelados, no pueden ser sometidos a juicios adecuados. La cárcel puede significar vivir en un contenedor o en una pequeña celda durante muchos años sin justicia.

Hace solo unos días, el gobierno eritreo volvió a detener a cristianos. Siempre que los encuentran orando juntos, los acorralan y los envían a la cárcel. Pero a la familia de la persona detenida, nadie le dirá qué ocurrió ni por qué.

Por último, Sudán. El año pasado, en abril, estalló la guerra en Sudán. Antes de esa guerra, había entusiasmo y esperanza entre los observadores y algunos ciudadanos de que el país se convirtiera algún día en un lugar mejor para el ejercicio de la libertad religiosa y los derechos.

Desde que empezó la guerra, muchas iglesias han sido atacadas, bombardeadas e incendiadas. La semana pasada, el 12 de enero, bombardearon una iglesia en la importante ciudad de Wad Madani. El presunto grupo armado confiscó todo lo que había en el recinto y luego le prendió fuego.

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Por supuesto, los combates entre ambas fuerzas no son abiertamente religiosos. Ambos bandos son militantes islámicos. Por un lado están los militares, y por otro las Fuerzas de Apoyo Rápido, es decir, la gente que trabajaba a las órdenes de Bashir, el antiguo régimen.

Los cristianos que ya sufren a causa de su fe se ven aún más perjudicados porque sus familiares que no son cristianos pueden haberlos condenado al ostracismo, y encontrar alimentos y protección en un país en guerra es difícil. Muchas personas han sido desplazadas y los pastores desplazados ya no pueden cuidar de sus congregaciones, y también huyen para salvar su vida y su seguridad.

¿Hay alguna conversación que hayas mantenido con un cristiano perseguido que te haya inspirado?

Hablé con uno de los pastores sudaneses que por poco muere en el bombardeo de su iglesia en Jartum, la capital. Llevaba muchos años en el ministerio y pagó un precio muy alto por su decisión de declarar públicamente su fe y luego su [trabajo en el] ministerio. Pero cuando se produjo aquel atentado, se sintió muy triste. Se sintió impotente: no fue capaz de ayudar a su congregación ni de proteger a su familia o su propia vida.

Lo conozco desde hace muchos años y mantenemos un contacto regular en relación con la oración. Me dijo: «Fikiru, solo puedo pedirte que ores por mí y por las personas a las que sirvo. No puedo saber durante cuánto tiempo seguiré vivo o si estaré a salvo. La situación está empeorando». Lo que me conmovió fue que en todos los años que estuve en comunicación con él, apenas si mencionó orar por sí mismo; siempre oraba por la gente a la que sirve. Esto me dice cuánta presión pesa sobre los hombros de los pastores y líderes.

Otra historia es de Tanzania, un país donde la influencia islámica está creciendo en ciertas partes del país. Ahora mismo, cada vez que una persona de origen islámico decide convertirse en cristiano, sus padres y su familia la persiguen. Una señora nos contó que era uno de los miembros preferidos de la familia, que su padre la quería mucho y que su madre y sus parientes la apoyaban hasta que decidió seguir a Cristo.

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En cuanto se enteraron de su decisión, empezaron a golpearla y atacarla. Cuando la visité, tenía heridas en los brazos causadas por los machetazos. Su intención era matarla.

«Fikiru», me dijo, «lo hicieron para detenerme. Pero aunque pierda su apoyo y vaya a perder la vida, seguiré adorando y sirviendo al Señor».

Esta fue una historia profundamente conmovedora para mí. Aunque hay muchas historias tristes sobre creyentes y cristianos perseguidos en nuestra región, también hay un lado alentador: que estas personas están decididas a pagar cualquier precio, de cualquier forma.

Nosotros, como cristianos, debemos orar por estas personas, decirles que no están solas, y luego hablar en su favor a cualquier lugar [o institución] que pueda ejercer algún tipo de influencia sobre los perseguidores, ya sea el gobierno o agentes no estatales, y pedirles que los dejen en paz y les permitan llevar una vida decente.

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