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Lea Primera de Tesalonicenses 3:9-13

¿Alguna vez ha echado mucho de menos a alguien y ha querido volver a verlo? En estos largos y aparentemente interminables meses de pandemia, hay muchos seres queridos a quienes no hemos podido ver, saludar o abrazar en persona. Las llamadas por Zoom y FaceTime simplemente no son suficientes. Deseamos estar en el mismo espacio, en la misma habitación, en el mismo lugar. Anhelamos verlos cara a cara.

El apóstol Pablo también anhelaba ver a los creyentes de Tesalónica en persona. Se alegra de que Timoteo le informa que están representando el Evangelio, viviéndolo en acción, «firmes en el Señor» (3:8). Desea visitarlos en persona, pero por ahora debe contentarse con esta carta. ¿Cuál es su mensaje para ellos? Que las Buenas Nuevas deben vivirse en persona hasta que veamos a Jesús cara a cara. ¿Qué significa esto? Las mismas Buenas Nuevas del amor de Jesús deben «crecer para que se amen más y más unos a otros, y a todos» (v. 12).

Este tipo de amor no es fácil de encarnar en nuestro mundo dividido. Hoy en día, muchos han permitido que los valores mundanos se infiltren y suplanten el amor cristiano y el testimonio del Evangelio. Puede que estemos más divididos que nunca como iglesia.

Este oportuno recordatorio de Pablo de hacer aumentar y desbordar el amor por los demás no es algo que podamos lograr por nosotros mismos. Más bien, Pablo dice: «Que el Señor los haga crecer para que se amen más y más» (v. 12).

Los efectos del Evangelio son vividos a través de nuestro amor que es como el de Cristo, en especial hacia aquellos que consideramos que están en la categoría de «todos». ¡No podemos afirmar que esperamos ansiosamente ver a Jesús en su Segunda Venida —la consumación de la historia del Evangelio— cuando ni siquiera podemos soportar ver a nuestros hermanos y hermanas en el Señor hoy!

Mientras esperamos el regreso de Jesús, Pablo insta a los creyentes diciéndoles: que «la santidad de ustedes sea intachable» (v. 13) en una sociedad que celebra la transigencia y el pecado. Nuestra anticipación llena de esperanza de la Segunda Venida nos desafía a buscar vivir siempre una vida santa para la gloria de Dios. Esto incluye soportarnos unos a otros y ser pacientes con aquellos con los que no estamos de acuerdo, confiando en el poder de Dios para hacerlo.

Pablo instó a los tesalonicenses a vivir de esta manera a la luz del regreso de Jesús: a dejar que su discipulado presente sea moldeado por su esperanza futura. Al igual que ellos, anhelamos ver a Jesús cara a cara. El Adviento nos recuerda que un día lo veremos. Que en este tiempo, mientras esperamos, nos esforcemos por ser personas de amor y santidad. ¡Ven pronto, Señor Jesús!

Matthew D. Kim es profesor de la cátedra George F. Bennett de Predicación y Teología Práctica en el Seminario Teológico Gordon-Conwell y autor de Preaching to People in Pain.

Traducción por Sofía Castillo.

Edición en español por Livia Giselle Seidel.

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